Ignace Chomé era natural de Douai (región de Norte-Paso de Calais, Francia) donde, en el colegio jesuita de la localidad, estudió Humanidades y Filosofía y entró en la Compañía de Jesús. Continuó sus estudios de Filosofía en Lille y fue maestro de Gramática en Cambray, destacando siempre por su dominio de idiomas. Entre 1722 y 1726 estudió Teología en Ypres (Bélgica). Pese a sus deseos de viajar a Filipinas para realizar allí su labor pastoral, con la aspiración de pasar luego a China, fue enviado a las misiones de Paraguay. Arribó a Buenos Aires en 1729 y, en su puerto, pasó un año trabajando entre esclavos africanos. En 1730 fue enviado, junto con otros misioneros, a revitalizar las reducciones chirigunas –situadas entre los actuales territorios del sur de Bolivia, el oeste de Paraguay y el noroeste de Argentina–, abandonadas tras las rebeliones de este belicoso pueblo. La nueva oleada de misioneros jesuitas no consiguió tampoco pacificar la región. De ahí, y como misionero itinerante, marchó a Potosí (Bolivia). Desde 1738 hasta la expulsión de 1767 trabajó en las misiones de chiquitos, pueblo con el que llegó a trabar una especial relación y conocimiento de su lengua. Ya enfermo, tuvo que abandonar el que había sido su hogar por espacio de 30 años, y camino de Lima murió en Oruro (Bolivia) en 1768.
Su labor filológica cristalizó en la composición de un Arte de la lengua chiquita que no llegó a editar. Ya en el siglo XIX, este texto fue rescatado por dos americanistas franceses, Adam Lucien (1833-1918) y Victor Henry (1850-1907), quienes lo publicaron junto con otros manuscritos anónimos, localizados en bibliotecas francesas y alemanas, que analizaban la misma lengua. Todos estos textos fueron incluidos en el volumen colectivo Arte y vocabulario de la lengua chiquita con algunos textos traducidos y explicados. Compuestos sobre manuscritos inéditos del XVIIIº siglo (Maisonneuve y Cía., Libreros editores, París, 1880).