Jerónimo Tomás de Aquino Cortés y Zedeño fue un filólogo novohispano. Nació en Tlajomulco (Jalisco), en 1724, en el seno de una familia indígena hablante de nahua. La vida de este autor es, en general, poco conocida; además, la investigación que se ha acercado a ella ha generado una serie de malentendidos que solo han contribuido a oscurecer más lo poco que conocemos acerca de su periplo biográfico. Nuestro protagonista, tal como es habitual leer, no descendía de ningún conquistador de origen español y nunca perteneció a la Compañía de Jesús. La primera de las afirmaciones se justifica por la errónea atribución de una serie de méritos que aparecen consignados en la portada del Arte, vocabulario y confessionario en lengua mexicana; en realidad, esa prosapia corresponde a la persona a la que va dedicada el texto. Pese a esto, parece factible que el jalisciense sí descendiera de una familia indígena que apoyó en su momento la conquista española. Por otro lado, su filiación con la orden ignaciana queda desmentida por la fecha de su muerte, 1786, momento en el que los jesuitas ya no habitan ni la Nueva España, ni ningún otro lugar bajo soberanía de la Corona española, pues habían sido expulsados en 1767. De lo que sí hay certeza es de que Cortés y Zedeño estudió en el seminario de Guadalajara, un mérito enorme para un indígena; sin embargo, nunca pudo sufragar los gastos derivados de su proceso de enseñanza, por lo que esa deuda fue un peso que lo acompañó de por vida e impidió que accediera a puestos de mayor responsabilidad. También parece errónea la idea de que perteneció al clero diocesano del obispado de Guadalajara, donde —según algunos estudiosos— desempeñó diversos cargos, también académicos y relacionados con la enseñanza de la lengua nahua. En realidad, parece que llevó una vida marcada por las penurias económicas y, aunque no llegara a contraer matrimonio, sí engendró un hijo. Falleció en Guadalajara en 1786.
Tras la consulta de tratados sobre la lengua nahua de siglos anteriores –como las obras de Rincón (ca. 1556-1601), Carochi (ca. 1579-1662) o Guerra (¿mediados del s. XVII-principios del s. XVIII?)–, Cortés y Zedeño se propuso la creación de una gramática, con un diccionario incluido, que describiera la variante del nahua hablada en Jalisco (con marcadas diferencias respecto al nahua normativo, el del valle de México) y actualizada al estilo del habla contemporánea (s. XVIII). El propio autor hace referencia al contexto temporal en que su obra vio la luz: «cuando su idioma [el de los indígenas] esté ya muy adulterado, juntándose muchas veces en sus periodos, palabras Mexicanas con Castellanas, o mexicanizándose las Castellanas», como escribe en el «Prólogo». Esta obra fue reimpresa en 1924, y en 1967 se realizó una edición facsimilar. La principal diferencia entre esta obra y las que le sirvieron de inspiración fue la condición de Cortés como hablante nativo de ese idioma.