De la vida de Kurt Deinhardt nada sabemos, salvo que era ingeniero, tal y como se hace constar al frente de su diccionario, el Illustrierte technische wörterbücher en el que colaboró con Alfred Schlomann (1878-1952), alma máter de la obra, surgida como complemento del Technolexikon acometido por el Verein Deutscher Ingenieure (VDI, Asociación de Ingenieros Alemanes) en 1900, fecha en la que el joven Schlomann ofreció al editor Rudolf Oldenbourg (1811-1903) su proyecto, que salió adelante no sin sortear grandes dificultades, hasta ser culminado en 1926.
No hemos logrado averiguar nada de la vida Alfred Schlomann, aunque son conocidas las fechas de su nacimiento y muerte, y que era ingeniero.
Junto con Kurt Deinhardt redactó la obra Illustrierte technische Wörterbücher, complemento del Technolexikon lanzado por el Verein Deutscher Ingenieure (VDI, Asociación de Ingenieros Alemanes) en 1900 con el soporte económico de la junta de distrito de Fráncfort del Meno, que pretendía dar cuenta de los términos técnicos más usados en tres lenguas, con la idea de favorecer la transmisión de conocimientos teóricos en el gremio y establecer contactos en un contexto internacional.
En ese mismo año de 1900, Alfred Schlomann, que por entonces tenía veintidós años y hacía unas prácticas en el Verein Beratender Ingenieure (Asociación de Ingenieros Asesores), solicitó reunirse en Múnich con el editor Rudolf Oldenbourg (1811-1903), al que ofreció el proyecto del Illustrierte technische Wörterbücher, un diccionario enciclopédico en varios tomos que significaba una apuesta por la estandarización de la terminología técnica en seis idiomas (alemán, inglés, francés, ruso, italiano y español). Como trabajo ambicioso y pionero resultaba arriesgado y atrayente. Al aceptar Oldenbourg la empresa de este joven y desconocido ingeniero, comenzó una dura competición con la publicación del VDI, que obligó a delimitar claramente las líneas del diccionario para evitar injerencias y conflictos. Nacía así, pues, un diccionario técnico y militar plurilingüe que busca la precisión por medio de ilustraciones, fórmulas y símbolos y en el que los términos técnicos propios y extranjeros se indexan alfabéticamente. Inicialmente, se planeó publicarlo en dieciséis tomos hasta la conclusión del diccionario en 1925. Además, el editor veía la ocasión de dar a la luz una publicación que proporcionaría un gran prestigio a su editorial como sello de obras técnicas.
En la redacción del repertorio se presentaron numerosas dificultades, como el alto coste de los envíos de los manuscritos, ya que Schlomann mantuvo correspondencia durante todo el proyecto con alrededor de mil colaboradores residentes en siete países de Europa y América del Sur: traductores, lingüistas, ingenieros, correctores y dibujantes. El éxito del primer tomo (1906) redundó en beneficio del perseguido renombre de la editorial, que atrajo así a expertos más reconocidos. Oldenbourg, hombre de carácter, luchó hasta conseguir subvenciones, bloqueadas por la VDI, que permitió al proyecto sortear las dificultades que trajo consigo la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El último tomo vio la luz en 1926.