Antonio Franchi de Alfaro y Lemaur nació en 1803 en La Habana (Cuba). Fue un escritor y traductor que se graduó en Derecho Civil por la Universidad de La Habana en 1827, y muy posiblemente estudió Humanidades en la Universidad de Alcalá. Se especializó en la enseñanza de griego y fue un afamado helenista en la Universidad de La Habana. Su compromiso con la causa independentista cubana hizo que las autoridades coloniales le incautasen sus bienes en Cuba y tuviese que exiliarse a los Estados Unidos. Allí impartió clases en el Columbia College de Nueva York, donde falleció en 1866.
De su vocación por las letras nacieron dos revistas de corta vida Miscelánea de Literatura (1827), con tan solo ocho números, y Repertorio Cubano de Ciencias, Literatura y Artes (1834), que contó exclusivamente con un volumen. Franchi de Alfaro amplió su trayectoria profesional gracias a su incursión en el mundo novelesco con su obra El foro de la Habana y sus misterios, o Un oficial de causas (J. Martin Alegría, Madrid, 1846). Más allá de sus intereses literarios, Antonio Franchi dio buena cuenta de su formación en jurisprudencia y leyes con obras como Observaciones sobre el método de enjuiciar (La Habana, 1845) y Principios de jurisprudencia y práctica masónica (La Habana, 1867).
Asimismo, Antonio Franchi de Alfaro destacó por sus obras lingüísticas dedicadas tanto las lenguas clásicas como al español. En primer lugar, escribió su Método teórico-práctico para aprender la lengua latina (1849) y un año después un Diccionario griego-español y viceversa (1850), junto con algunas traducciones de obras clásicas.
Con respecto a la lengua española, fue autor de una Ortografia kastellana fonétika, o konforme a la pronunziazión, que acompañaba a su edición de la Gramática de la lengua castellana de la Real Academia Española Imprenta Española, Nueva York, 1853), en la que se seguía la cuarta edición de la obra (1796), con algunos cambios ortográficos y notas tomadas de Salvá y otros autores, y en la que también figura el Prontuario de ortografía de la lengua castellana, igualmente de la Real Academia Española. Fue defensor de una ortografía fonestista (la grafía k para la escritura del oclusivo velar sordo /k/, supresión de la grafía h, g para la representación del velar sordo /g/, j para la verlar fricativa sorda /x/, y para la representación del sonido consonántico, i para la representación del vocálico...) que facilitara la universalización del aprendizaje de la escritura.