Son muy escasas las noticias que tenemos de la vida de Antoine Galmace, o Antonio Galmace como firmaba sus obras, bajo cuyo nombre hacía constar que era profesor de Filosofía y Teología en la Universidad de París, y maestro de francés en Madrid. Debió nacer en París a comienzos del s. XVIII y trasladarse a Madrid en la década de 1740, tal vez al servicio de una familia francesa, parisina, llegada tras la intensificación de las relaciones con Francia gracias a la nueva dinastía borbónica en España. En 1740, en París, estaba enseñando francés a la Princesa de Campo Florido y a su hija, como él mismo cuenta en la Llave nueva y universal (pág. 335). Del final del primer párrafo del «Avis des libraires» en la edición de 1775 (impresa en París) podría desprenderse que para esa fecha nuestro autor ya no estaba vivo.
Galmace es autor de una de las gramáticas más conocidas para enseñar francés a los españoles, la Llave nueva y universal, aparecida por vez primera en 1748, con numerosas ediciones (por lo menos once), adaptaciones y copias posteriores, una buena parte de ellas recogidas en la BVFE.
Tras el último capítulo de la gramática, el X, bajo el título de «Recopilación de muchas, y diferentes voces muy curiosas, y necessarias de saber», aparece una nomenclatura bilingüe, a la que sigue un «Diálogo español y francés», y otras cuestiones útiles para la enseñanza de la lengua. En los ejemplos de la obra, y en las voces del repertorio léxico, Galmace no solamente pone las formas en las dos lenguas, sino también la pronunciación figurada en francés, como ayuda a los españoles, ya que el manual estaba concebido para aprender esta lengua sin la ayuda de profesor.
Las opiniones sobre la Llave nueva y universal desde muy pronto no fueron favorables, como la de Pierre Nicolas Chantreau (1741-1808) en su Arte de hablar bien francés (1781), otro manual para enseñar francés a los españoles, o, más tarde, la de Amado Alonso, para quien rehízo muy mal la excelente gramática francesa del jesuita José Núñez de Prado (Grammática de la lengua francesa, dispuesta para el uso del Real Monasterio de Nobles, Alonso Balvás, Madrid, 1728, y ediciones posteriores), que debía conocer bien Galmace, como puede verse en las Adiciones a la gramática francesa que compuso el R. P. Núñez, un manual de carácter práctico, al que añadió seis diálogos. Las Adiciones se incorporaron, como primera parte, a la Llave nueva y universal en su segunda edición, que a partir de entonces fue Llave nueva y universal para aprender con brevedad y perfección la lengua francesa, dividida en dos partes [...] (Imprenta de Joachín Ibarra, Madrid, 1754).
En la Aprobación de la Llave nueva y universal el P. Fr. Juan de la Concepción nos da la noticia de que Galmace estaba elaborando un diccionario, cuyo paradero se desconoce, si es que se ha conservado algo de él.