Nicolás García de San Vicente nació en Acaxochitlán (México) en 1793. Cursó sus primeros estudios en el estado de Puebla (México), en cuyo Seminario ingresó para formarse en Filosofía y Teología. En 1815 estudió Derecho civil y canónico en la Universidad de México. Tres años después regresó a Puebla, donde fue nombrado catedrático interino de etimología latina en el Seminario Palafoxiano. En 1821 obtuvo esta cátedra en propiedad, así como la de Gramática y Geografía tras ordenarse sacerdote en ese mismo año. Más tarde, ganó la cátedra de Filosofía por oposición, sin embargo, no la ocupó por haberse alejado del Seminario. En 1825 se afincó en Tulancingo (México), donde colaboró en la institución de la Sociedad Protectora de la Instrucción Pública, que dirigió entre 1828 y 1829. En 1830 fue elegido consejero primero de gobierno de México y, poco después, diputado al Congreso por Tulancingo, aunque pronto se apartó del cargo. Entre 1838 y 1839 figura en una escuela establecida por el ayuntamiento de Tulancingo enseñando Gramática, Latín y Matemáticas. En 1845, poco después de haber sido nombrado vocal de la Junta Departamental, falleció en México.
La producción de García de San Vicente es eminentemente pedagógica. Publicó varios libros sobre Geografía (Geografía de los niños, s. n., México, 1839), así como un buen número de libros escolares de interés lingüístico. Su honda preocupación por la instrucción de la sociedad en materia lectoescritora lo llevó a elaborar un método, pensado tanto para niños como para adultos, compuesto por ejercicios de silabeo de dificultad progresiva: el Silabario. Al parecer, este silabario, cuyos datos de edición nos son desconocidos, es la génesis del Silabario de San Miguel, que sirvió durante décadas en las escuelas mexicanas. En 1886 se reeditó el Silabario como Silabario nuevo, ordenado por un método que facilita, abrevia y perfecciona el aprendizaje de la buena pronunciación (Imprenta de M. Murguía, México, 1886). Tomando como modelo el legado del célebre calígrafo Torcuato Torío de la Riva (1759-1820), el padre García dispuso dos métodos que se sumaron a su programa de enseñanza de la lectoescritura: el Extracto de la regla de caligrafía de Torío y Ortografía castellana de Torío en verso. En esta línea, dio a la luz su aportación al estudio de la ortografía española: Ortografía castellana acomodada a la pronunciación mejicana. Como en otros trabajos anteriores y posteriores, se sirvió del verso como estrategia mnemotécnica para la presentación de las reglas ortográficas dispuestas por la Academia. Por otra parte, dio a la luz dos tratados gramaticales: las Reglas de etimologías y Sintaxis y la Gramática castellana en verso, que fue reeditada por José María Rodríguez y Cos (1823-1899) como Gramática de la lengua castellana, en las partes de analogía y sintaxis según la Academia Española (Imprenta de M. Murguía, México, 1861). Asimismo, fue traductor de obras extranjeras como la Historia de la Antigua o Baja California (s. n., México, 1852) de Francisco Javier Mariano Clavijero (1731-1787).