Juan Antonio González de Valdés (con frecuencia se le cita como Juan Antonio González Valdés) fue un reputado latinista, gramático y maestro asturiano del siglo XVIII, que, a veces, empleó el seudónimo de Antonio Casero. Al pie del retrato que figura en las páginas preliminares de la traducción de los Pensamientos originales de M. Fabio Quintiliano (1797), dejó constancia nuestro autor del lugar y la fecha de su nacimiento, a saber, la localidad asturiana de Carcedo, en 1729. Ese grabado se debe a Isidro Carnicero (1736-1804), al que debía conocer, pues dice que fue dibujado del vivo. Este Carnicero era hermanastro del también pintor y grabador Antonio Carnicero (1748-1814). Aunque se matriculó en la Universidad de Oviedo, no completó sus estudios en este centro, sino en la Universidad de Madrid, ciudad en la que ya estaba en 1768, donde enseña gramática y lengua latina, rudimentos de griego, y pronunciación y traducción del francés. Fue secretario de la Real Academia Latina Matritense, de la que treinta años más tarde, en 1798, era su director, tal como se presenta en la portada de su Gramática completa grecolatina y castellana; no obstante, parece que venía desempeñando el puesto desde 1791. Esa misma edición de 1798 aparece reseñada en el Mercurio de España de enero de 1799 (pág. 122), copiando las mismas palabras de la portada, y sin hacer alusión a que no lo fuera o que hubiese fallecido. Después, nada más sabemos de él.
La obra filológica de González Valdés es eminentemente didáctica. Su obra gramatical se caracteriza por el interés por la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas clásicas, como paso necesario para acceder al conocimiento de la española. Parece como si la producción de González de Valdés para la enseñanza de lenguas hubiese tenido lugar en diversas oleadas, sin duda, para atender las necesidades de sus discípulos. Publicó varios manuales de lectoescritura, en los que propuso el método de la enseñanza por sílabas frente al tradicional ejercicio del deletreo, como el Silabario teórico-práctico (1779), reeditado en 1785 con el título de Silabario trilingüe. A estos se suman otros trabajos vinculados con este proceso de aprendizaje como el Verdadero método de enseñar los sonidos simples y complexos (1785) —redactado en verso de acuerdo con su propósito pedagógico— y la Ortopeia universal (1785), un tratado ortológico de influencia francesa. También en 1785 sale en defensa de su método de enseñanza de la lectura en Problema resuelto en favor del mejor método de enseñar a leer en todas las lenguas, firmado con el pseudónimo de Antonio Casero. Este ensayo a favor de la metodología empleada en sus manuales se fundamenta en el análisis de obras griegas, latinas, españolas y francesas. En cuanto a sus estudios sobre la gramática española, se caracterizan por su función vehicular: la Gramática de la lengua latina y castellana, que se reimprimió en 1798 con el título Gramática completa, es una muestra de ello. En este tratado de división cuatripartita, la enseñanza de la gramática española está supeditada al estudio de la latina, que es, en fin, el objetivo principal de la obra. En su faceta de latinista, tradujo a nuestra lengua obras compuestas en latín (como las Sentencias de P. Siro, D. Laberio, Séneca y de algunos otros antiguos comprehendidas cada una en un verso yámbico por orden alfabético [...], Imprenta Real, Madrid, 1790, o los Pensamientos originales de M. Fabio Quintiliano [...], Benito Cano, Madrid, 1797).