Rufino Lanchetas y Labayru (o Lavayru) fue un religioso, catedrático de instituto, filólogo, medievalista, gramático y lexicógrafo español. La mayor parte de la trayectoria vital de este autor nos es conocida; no obstante, al final de su vida aparecen algunas lagunas difíciles de entender. Vio la luz en la localidad navarra de San Martín de Unx, cerca de Tafalla, en 1842. Aunque son pocos los datos conservados sobre su infancia, parece que su familia disfrutaba de una posición ciertamente acomodada, lo que le permitió recibir una esmerada educación. Dicha formación culminó con una licenciatura en Derecho (1876) y un doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid. Al parecer, había realizado la formación secundaria en un seminario y ya era sacerdote antes de asentarse en la capital española. Al término de sus estudios terciarios, comenzó una brillante carrera docente e investigadora que lo llevó a ocupar puestos de relieve en diferentes instituciones: obtuvo una plaza de catedrático de instituto en San Juan de Puerto Rico en 1882, que conmutó por un puesto en el madrileño Instituto del Cardenal Cisneros, y terminó por jubilarse en el Instituto de Valencia. Su rastro se pierde totalmente a mediados del decenio de 1910, por lo que la fecha y el lugar de su muerte no se conocen, aunque hay datos que permiten fechar su deceso antes de 1915.
El trabajo filológico de este autor gravitó en torno a dos grandes polos: la descripción de la lengua latina y el estudio de la lengua española, tanto desde una perspectiva sincrónica como diacrónica. Su primer trabajo, muy influenciado por la corriente histórico-comparativa tan en boga en la época, fue un estudio sobre el origen y el desarrollo de la morfología verbal del español. Solo tres años después, en 1900, llevó a las prensas un trabajo sobre la lengua usada por Gonzalo de Berceo (ca. 1196-ca.1264) en sus composiciones; dicho texto contiene, tras unas breves notas gramaticales, un extensísimo vocabulario. Esta investigación acerca de la obra del poeta riojano fue premiada por la Real Academia Española y, como anécdota, cabe señalar que en su colofón no aparece la fecha de 1900, sino la de 1903. En 1908, cuando ya ejercía como profesor en el instituto de la capital valenciana, llevó a las prensas un manual pedagógico de lengua española y, solo dos años después, hizo lo mismo con la fonética y la fonología del latín. Pese a la cantidad y calidad de su trabajo filológico, Lanchetas sigue siendo un autor muy poco estudiado.
Jaime Peña Arce