Sinibaldo de Mas y Sanz nació en Barcelona en 1809. Resulta un personaje singular y atractivo por la actividad que desarrolló. Fue embajador, físico, escritor, pionero de la fotografía, conocedor de un buen numero de idiomas, entre ellos el chino, y partidario de la unión de las monarquías española y portuguesa. Gracias a su dominio de las lenguas, fue comisionado para viajar a Oriente con el fin de recabar informaciones de todo tipo que pudiesen servir a España. Inició su aventura en 1834, y como no recibía puntualmente el sueldo del gobierno, decidió instalarse en Manila en 1840 a la espero de que se le saldasen las deudas. Allí tuvo que ganarse la vida haciendo daguerrotipos por la calle, y de la caridad en el hospital de S. Juan de la Cruz durante cinco meses, pues era desconocido por las autoridades, ni se sabía que era agente diplomático. Por fin, desde Madrid se le comunica al general Oraa (1788-1851) la identidad de Mas, lo busca y se le reconocen todos sus méritos. Regresó a Madrid en 1842. En 1843 es nombrado primer representante diplomático en China, con la intención de que España se beneficiara del gran mercado que se abría con la primera de las Guerras del Opio (1839-1842), con destino en Macao (1843-1845), donde publicó L'idéographie. Enfermo, regresó a Madrid en 1845. En 1847 fue nombrado ministro plenipotenciario cerca del Celeste Imperio, y entre 1848-1851 estuvo en Macao, aunque no logró ningún tratado, si bien gracias a sus informes se sentaron los precedentes para que llegara posteriormente. Regresó a Madrid en 1851. De nuevo es nombrado ministro plenipotenciario en China y Siam (1864-1868), logrando la firma del tratado hispanochino (tratado de Tianjin, 1864), gracias al cual se consiguieron ventajas económicas y la residencia del embajador en Pekín. Es obligado a regresar a Madrid, donde murió en 1868.
Sinibaldo de Mas publicó varias obras sobre economía, política, Filipinas y alguna incursión en la literatura, como consecuencia, unos, de sus viajes y actividad como diplomático y político, y, otros, de sus reflexiones lingüísticas, además de los de creación literaria. Muy pronto dio a la luz su Sistema musical de la lengua castellana, donde expone sus ideas sobre la métrica, del que pronto se hicieron eco los tratadistas de un lado y otro del Atlántico. En la obra estudia el acento en el interior del verso, además de proponer la existencia en español de sílabas largas y sílabas breves, relacionando la cantidad y el acento. El Sistema musical de la lengua castellana tuvo aceptación por parte del público, y en muy pocos años se siguieron varias ediciones, publicándose en 1847 (Baudry, Librería Europea, París), una cuarta edición, corregida y aumentada, en la que el contenido se reorganiza en tres capítulos, en vez de las dos partes de la versión anterior. En las ediciones posteriores hay cambios de menor importancia, hasta llegar a una cuarta edición, que en realidad es la quinta, que se presenta como aumentada, corregida y simplificada, como primera parte de sus Obras literarias (Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid, 1852).
Desde el punto de vista lingüístico nos interesa igualmente por su propuesta de una lengua universal en L'ideographie, que publicó en francés en Macao. Dice haberse inspirado en la formación de la escritura china, más que en los caracteres mismos. El método que propone Mas es nuevo, diferente de los que habían empleado antes otros autores preocupados por un sistema ideográfico universal, a la vez de rechazar la opinión de quienes consideran inútiles estos sistemas y se decantan por el uso de una lengua natural. Pretende la clasificación del léxico en unas 150 nociones, que se caracterizan por unos signos de tipo general, para lo cual se debería crear un vocabulario ideográfico confeccionado solamente con signos ideográficos, que serán de cuatro tipos (auxiliares, adjetivos, palabras indeclinables y nombres). No entra en la descripción de la sintaxis de la lengua universal, aunque opina que debería adoptarse la de una lengua natural, el francés (la lengua de la comunicación científica en la época). Para el léxico, propone la redacción de un diccionario ideográfico-francés. Al final de la obra pone unas muestras del sistema ideado por él. Tuvo varias ediciones posteriores.
Manuel Alvar Ezquerra