Agustín Muñoz Álvarez nació en Alcalá de Guadaíra (Sevilla) en 1753. Este presbítero andaluz se dedicó a la docencia en Sevilla, donde impartió clases de lenguas clásicas y, probablemente, de francés, en escuelas privadas. Fue catedrático primero de Latinidad en el Colegio de San Miguel de Sevilla, profesor de Humanidades y catedrático de Lengua griega en la Universidad sevillana. En 1819 Fernando VII (1784-1833) le dio la autorización pertinente para establecer una escuela privada de pensionistas de latín y otras enseñanzas humanísticas en Sevilla. Perteneció a la Real Academia Latina Matritense y a la de las Buenas Letras de Sevilla. Falleció en 1823.
Todas sus obras tienen un objetivo común: la enseñanza del latín. Muñoz Álvarez presta atención a los contenidos así como a la metodología, que pretende transformar con su Discurso. Publicó una Gramática de la lengua latina, de la que se conocen hasta once ediciones aparecidas entre los últimos años del siglo XVIII y principios del siglo XIX, y sus Rudimentos de la lengua latina, cuyas características son similares a la anterior. Escribió un Tratado de la syntaxis latina, y otro de la quantidad de las sílabas que reeditó, en 1804, en dos volúmenes en la imprenta de Manuel Muñoz Álvarez (Sevilla): Tratado de la sintaxis latina y Tratado de la quantidad de las silabas con un compendio del arte métrica y otro de la ortografía latina. Asimismo, escribió una Gramática de la lengua castellana, cuya segunda edición (Félix de la Puerta, Sevilla, 1799) fue corregida y aumentada con la colaboración de Joseph Garci-Pérez de Vargas (¿?-1799-¿?), al que se le atribuye la noticia preliminar sobre Humanidades y el apéndice con algunas unidades fraseológicas y un registro de autores célebres. En ella, Muñoz Álvarez no solo incluye nociones gramaticales, sino también otros aspectos, como la literatura y la historia españolas, para proporcionar una visión más abarcadora de la lengua que, a su parecer, era necesaria para iniciar cualquier estudio superior. Presenta un enfoque novedoso: la gramática castellana está al servicio de la latina; si bien, las ideas lingüísticas no se alejan de la línea tradicionalista, a excepción del capítulo titulado «De las varias especies de oraciones», que se incorporó en la segunda edición de la obra. En este punto se observa el influjo de los ideólogos franceses, pues la propuesta de un análisis bidireccional de la oración –atendiendo a un criterio lógico o sintáctico– de Muñoz Álvarez guarda un gran parecido con la de Du Marsais (1676-1756).
Leticia González Corrales