Carlos Ros y Hebrera nació en Valencia en 1703. Siguiendo los pasos de su padre y su abuelo, se formó para ser notario. Recibió el título en 1733 y, en 1740, el de escribano real y público; sin embargo, nunca llegó a ejercer. Se sabe que realizó estudios en la Universidad de Valencia, donde tuvo su primer contacto con las letras, a las que se dedicó con ahínco, como escritor y editor, hasta su muerte en su ciudad natal en 1773.
La obra filológica de Carlos Ros fue una de las mayores aportaciones a la Renaixença valenciana. Destaca su labor lexicográfica, concretamente aquella que llevó a cabo para el Diccionario valenciano-castellano (1764). Las entradas contienen el equivalente en español, así como información relativa a la ortografía o a la correcta articulación en valenciano. Incluye dos anexos: una morfología verbal y una relación de nombres propios, cuya ortografía era inestable. En su investigación, tuvo en cuenta su trabajo previo, Breve diccionario valenciano-castellano (1739), en el que recopiló voces antiguas tomadas de obras clásicas y glosarios. A pesar de presentar algunos errores y de tener una calidad inferior, con él sentó las bases de la lexicografía valenciana. Los últimos años de su vida los empleó en completar su Diccionario con otros dos singulares proyectos lexicográficos: uno que recogiera exclusivamente los monosílabos (Raro diccionario […], ca. 1770) y un segundo, perdido actualmente, que contuviera los polisílabos (Diccionario valenciano-castellano de vòzes polysylabas). El Epítome del origen, y grandezas del idioma valenciano (1734) y Qualidades, y blasones de la lengua valenciana (1752) son una apología de la lengua basada en los orígenes y las características más notables de esta, respectivamente. En esta última, comparó algunos puntos gramaticales con el español y se sirvió de figuras de autoridad para ensalzar la lengua. Publicó, además, varias obras de carácter didáctico que se suman al propósito del resto de su obra: la dignificación de la lengua valenciana. Todas ellas están destinadas a mejorar la pronunciación y la lectoescritura del valenciano, sirviéndose, en ocasiones, de la española como apoyo: Breve esplicación de las cartillas valencianas (1751), Corrección de vozes, y phrases (1771), Norma breve, de cultura, y política de hablar (1737), Norma breve por la que los valencianos […] (1735), Práctica de ortographía (1732) y Tratat de adages, y refranys valencians (1733). Entre las obras de nuestro interés, figuran tres trabajos perdidos, de los que solo se conocen sus títulos: Beceroles valencianes ab les combinacions u silabes de sos dialectes.Sílabes o combinacions també per a formar vocables o monosillaus per a facilitar a bé lligir, Norma breve, en la que se dan indefectibles reglas para la ortografía castellana, y previsiones para leer con puntualidad y Reglas de retórica para la lengua castellana. Las que servirán también para otros idiomas. Ros culmina la exaltación del valenciano con una extensa producción literaria de carácter popular, que, junto con algunos escritos de materia jurídica e histórica, completan su producción.
Leticia González Corrales