Fray Anselmo de San Agustín fue un religioso y lingüista español, activo en Filipinas a mediados del siglo XVIII. Los datos conocidos sobre su vida son escasos. Se desconoce la fecha de su nacimiento, aunque se postulan las postrimerías del siglo XVII o los comienzos de la centuria ilustrada. Tampoco se conoce el lugar exacto de su nacimiento, aunque se sabe con certeza que era valenciano. Sí está atestiguado que cursó estudios en Madrid, donde comenzó la carrera de Teología y profesó como agustino recoleto. Previa estancia en Nueva España, arribó a Filipinas antes de 1727, fecha en la que ingresó en el convento de recoletos de Cavite, localidad costera de la bahía de Manila. Allí terminó licenciándose en Teología y, durante tres años, se dedicó a la docencia de esta disciplina en la capital filipina. En 1730 fue destinado a una de las Bisayas centrales, Romblón, con el fin de que se familiarizara con la lengua indígena; fray Anselmo permaneció en esa área durante diez años. Entre 1740 y 1749, nuestro autor vivió en España, a la que había retornado –previo paso por México– para participar en el capítulo de su orden. En 1749 se embarcó de nuevo hacia Filipinas; sin embargo, por indicación de sus superiores, permaneció en Ciudad de México durante seis años. En 1755 regresó a Filipinas y fue destinado a la parroquia de San Sebastián, en la isla de Samar (Bisayas orientales), donde murió nueve años después, en 1764.
La labor filológica de este autor se centró en la descripción de la lengua bisaya cebuana. La circulación manuscrita de sus obras ha impedido una atribución clara de títulos, más cuando muchas de ellas podrían ser compilaciones o reelaboraciones de textos anteriores. De lo único que hay certeza es de que tuvo contacto con el Vocabulario de lengua cebuana, fechado genéricamente en 1686, de su correligionario Tomás de San Jerónimo, O. A. R. (¿primera mitad del s. XVII?-1686). Seguramente, este encuentro entre el recoleto valenciano y la obra de su predecesor se produjo en la isla de Romblón, en la que ambos –con una diferencia de unos 50 años– vivieron largos años. Fray Anselmo debió de copiar el repertorio de fray Tomás, y le añadió –eso es seguro– un índice. A partir de ahí todo son dudas: el texto de fray Tomás, junto con el índice añadido por nuestro autor, se conserva en un manuscrito anónimo de un arte de la lengua bisaya. Parte de la investigación ha atribuido la autoría de este arte, puesto que la finalidad explícita del traslado a Romblón de fray Anselmo era la de familiarizarse con su lengua para después poder enseñarla, al valenciano. El manuscrito en cuestión, sin fechar, aunque se cree que podría ser del s. XIX (por tanto, una copia posterior), se conserva en la Biblioteca Nacional de España (Madrid).
Jaime Peña Arce