Fernando Velarde Campo-Herrera nació en Hinojedo (Cantabria) en diciembre de 1823 y murió en Londres en febrero de 1881. Pasó su infancia en el municipio de Comillas (Cantabria) y emigró a Cuba en 1842. Trabajó como periodista y como secretario de gobierno de la tenencia de la villa de Santa Clara. A partir de 1864 comenzó a viajar por Sudamérica y se asentó en varios países, aunque realizó varios viajes a España. Se trasladó de Panamá a Perú en 1847, donde fue codirector de un colegio de primera y segunda enseñanzas en Lima. Allí también fue colaborador del periódico El Comercio y fundó la revista literaria El Talismán. Su estancia en Perú le permitió relacionarse con personalidades ilustres del romanticismo peruano, como Carlos Augusto Salaverry (1830-1891), Manuel Nicolás Corpancho (1830-1863), Ricardo Palma (1833-1919), Luis Benjamín Cisneros (1837-1904) y Clemente Althaus (1835-1881), entre otros. Velarde fue idolatrado por la juventud peruana y se convirtió en el líder indiscutible de los bohemios, incluso se dice que fue él quien llevó el Romanticismo a Perú. Se casó en Lima con Ricardina Balta Caravedo, sobrina del presidente del país, José Balta (1814-1872), y, a partir de 1854, recorrió Chile, Ecuador, Guatemala, México, Cuba, Nueva York, Puerto Rico, y llegó a El Salvador en 1873, donde fundó un colegio y fue nombrado director de la Escuela Normal del país. Regresó a España en 1876, a su ciudad natal Hinojedo, pero, ante el desconocimiento que allí había de su obra pese a ser famoso en América, decidió emigrar nuevamente, esta vez a Londres, donde permanecería hasta el fin de sus días.
Su producción literaria son obras de carácter poético, entre las que destacan su primera colección de poemas, Las flores del desierto (Lima, 1848), y la colección Cánticos del nuevo mundo (Nueva York, 1860). Entre sus últimas obras poéticas destacan La poesía y la religión del porvenir. Cánticos del Nuevo Mundo (Barcelona, 1870) y la colección de Poesías (Londres, 1871). En su etapa madura, Fernando Velarde escribió también obras en prosa como El Poeta y la Humanidad (Madrid, 1868), El universo en 1870 (Barcelona, 1870) y La poesía de la Montaña (Torrelavega, 1876).
En lo que respecta a su obra lingüística, durante su estancia en América, concretamente en Perú, escribió la Gramática de la lengua castellana, métrica y nociones de la filosofía del lenguaje, publicada por primera vez en Lima (1851), donde fue autorizada para su uso en escuelas por la Junta de Instrucción del Perú, siguiéndose varias salidas, hasta que se reimprimió por cuarta vez en Quito (1855), con más ediciones posteriores en distintos lugares que nos permiten ir siguiendo los cambios de residencia del autor, como la 6ª edición de Nueva York (1861) o la 11ª edición de Guatemala (1875). La obra contiene paradigmas completos de declinación de nombres y sustantivos, así como conjugaciones verbales. Las definiciones de aspectos gramaticales, tales como adjetivos, preposiciones, etc., aparecen con varias palabras resaltadas, tanto en negrita como con un cuerpo mayor. La Gramática contiene también un cuadro de raíces latinas, otro de raíces griegas y curiosidades etimológicas, y queda completado con dos tratados, de moral y de urbanidad, como se refleja en el título de la obra.
Estela Calero Hernández