León Galindo y de Vera (también citado como León Galindo de Vera) nació en Barcelona en 1820. En su ciudad natal cursó todos sus estudios hasta licenciarse a los diecinueve años en Derecho. Trabajó en los juzgados de Granollers y de Lucena hasta obtener por oposición una plaza en el Ministerio de Gracia y Justicia con el número 1. Ocupó diversos destinos en varios lugares de España. Tenía bufete de abogado en Madrid en el que no siempre cobraba sus honorarios cuando los clientes no disponían de recursos. En 1863 era oficial de la Dirección general del registro de la propiedad, y fue elegido diputado al Congreso por el distrito de Morella (Castellón), aunque solamente por poco más de medio año, hasta las elecciones siguientes. Desde joven colaboró con artículos en la prensa, y llegó a hacerse cargo de la dirección literaria (hasta 1866) de El museo universal, la principal revista ilustrada de mediados del siglo XIX, heredera del Semanario pintoresco español. Entró a formar parte de la Real Academia Española (sillón N) el 21 de febrero de 1875 con el discurso titulado La autoridad de la Academia en materia de lenguaje. Por su proximidad al bando carlista fue desterrado ese mismo año. En 1881 estuvo entre los fundadores de la Unión Católica con el fin de unir los carlistas a la Restauración borbónica. Murió en Madrid el 12 de abril (día de su onomástica) de 1889 tras una larga enfermedad (asma) que arrastraba los últimos años de su vida.
Debido a su profesión, sus escritos mayoritariamente son de temática jurídica (entre otras obras, fue uno de los editores de la edición revisada y aumentada del famoso Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia de Joaquín Escriche –1784-1847–, 4 vols., Imprenta de Eduardo Cuesta, Madrid, 1874-1876), aunque se acercó a cuestiones concernientes a la lengua. En este sentido hay que mencionar Progreso y vicisitudes del idioma castellano en nuestros cuerpos legales [...], obra que fue premiada por la Real Academia Española en 1863. En ella hace un recorrido histórico por nuestros códigos fijándose en las características de la lengua que se emplea en cada uno de los estudiados. Años más tarde, su discurso de ingreso en la Real Academia Española versó sobre La autoridad de la Academia en materia de lenguaje, en el que defiende el cometido de autoridad reguladora y normativa de la Institución para defender la lengua.
Aurora Miró Domínguez