Juan García del Río fue un político, diplomático y periodista americano nacido en Cartagena de Indias (Colombia) en 1794. Gracias a sus orígenes españoles, pudo estudiar en la Península, concretamente en Cádiz, con el auspicio de sus familiares comerciantes. Allí se graduó en Letras en 1810 y asistió al proceso de lucha contra la dominación francesa (1808-1814). En 1812, de vuelta a su localidad natal, tuvo que refugiarse junto a su padre en el último reducto españolista de Nueva Granada, Santa Marta (Colombia). A la caída de este, fue apresado, aunque, con la ayuda de amigos influyentes, recuperó pronto su libertad. Tras la muerte de su padre, García del Río se declaró partidario de la independencia de los países hispanoamericanos; tanto fue así que participó en la comisión enviada a Londres en 1814 para informar sobre la situación de Nueva España y la causa independentista, de la que también hizo propaganda en la prensa británica. Así comenzó su carrera política y diplomática, que se consolidó entre Chile y Perú. En 1818, fue nombrado secretario de Asuntos Exteriores en Chile. José de San Martín (1778-1850) lo designó, en 1821, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores del Protectorado del Perú (1821-1822). Durante la corta etapa de gobierno, García del Río fundó la Biblioteca Nacional del Perú y decretó la libertad de imprenta. Poco antes de renunciar a su cargo, San Martín lo envió como ministro plenipotenciario a Londres con el encargo de negociar el reconocimiento de nación independiente y de conseguir tanto financiación como una figura monárquica para Perú. En 1828, regresó a su Cartagena de Indias natal, donde, a petición de Simón Bolívar (1783-1830), se implicó en la política de la convulsa Gran Colombia (1821-1831). Asumió la secretaría de Relaciones Exteriores, del Interior y de Guerra, fue diputado por Cartagena en el Congreso y llegó a ostentar el poder ejecutivo en la transición entre la renuncia de Rafael Urdaneta (1788-1845) y el nombramiento de Domingo Caycedo (1783-1843). En 1831 abandonó nuevamente su país para instalarse en Quito, donde ejerció como ministro de Hacienda y de Asuntos Exteriores hasta el año siguiente, que tuvo que partir por motivos políticos. Nuevamente fue ministro de Hacienda, esta vez en el Estado Nor-Peruano (1836-1839), además de consejero de gobierno. Pasó los últimos quince años de su vida entre Valparaíso y México, donde además de continuar con su actividad política —más moderada, eso sí— colaboró asiduamente en la prensa local. Falleció en México en 1856.
Las «Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar i uniformar la ortografía en América» aparecieron por primera vez en la Biblioteca Americana, o Miscelánea de Literatura, Artes i Ciencias (1823), en El Repertorio Americano (vol. 1, Librería de Bossange, Barthés i Lowell, Londres, 1826, págs. 27-41) y en la Miscelánea Hispano-Americana de Ciencias, Literatura i Artes (vol. 1, Librería de Bossange, Barthés i Lowell, Londres, 1829, págs. 27-41) después. Con este trabajo, Bello y García del Río se erigieron en promotores de la reforma ortográfica en Hispanoamérica, acuciada por razones de orden social y político. La propuesta, que se publicó en un tomo aparte en 1826 con el título Nuevo sistema de ortografía. Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar y uniformar la ortografía en América, defiende la transición paulatina y moderada de la norma académica a una nueva basada exclusivamente en el principio de pronunciación.
Leticia González Corrales