Emilio Álvarez Giménez fue un dramaturgo, poeta, profesor de instituto, académico, filólogo y político español del siglo XIX. Nuestro autor nació en la localidad de Puebla de Sanabria (Zamora) en el seno de una familia acomodada. No se conserva ninguna información sobre la infancia y adolescencia del futuro escritor. El primer dato conocido nos sitúa en su ingreso en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid (1846), institución en la que cursó sus estudios y de la que se desvinculó finalmente en 1853. En 1857 –con 27 años– consiguió la cátedra de Lengua, Literatura y Latín en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pontevedra, ciudad y cargo a los que quedará ligado el resto de su vida; con el tiempo, llegará a ostentar la dirección de dicho centro. Emilio Álvarez Giménez ocupó un papel destacado en la vida cultural de la capital pontevedresa: fue el primer presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País –fundada muy tardíamente, en 1887–, correspondiente por la provincia ante la Real Academia de la Historia, consejero de Instrucción Pública, colaborador y director de diversas publicaciones y una de las máximas figuras del Rexurdimento decimonónico gallego en esa ciudad. Pese a su vinculación con Galicia –fue el primer escritor de un drama histórico en gallego–, la mayor parte de su obra la escribió en español y nunca renegó de su origen leonés y mesetario. De ideas liberales, aplaudió la llegada de la Revolución de 1868 e, impuesta la Restauración, se afilió al Partido Liberal de Sagasta (1825-1903), en cuyas filas fue elegido diputado provincial en 1896; también desempeñó cargos en la Diputación Provincial cuando su partido gobernó esa institución. Murió en 1911 tras haber entroncado con una de las principales familias burguesas de Pontevedra; en su estirpe brillarán los nombres de varios escritores e intelectuales de tendencias galleguistas.
La obra filológica de este autor gravita en torno a la censura de todos aquellos aspectos que –en su opinión– contaminaban la lengua española hablada en Galicia, en muchos casos, por influencia y contacto con el romance patrimonial del territorio. El objetivo de sus textos, de carácter eminentemente pedagógico, era detectar errores en los planos léxico, sintáctico y morfológico y sugerir correcciones, con el fin de no perpetuar su uso en futuras generaciones. En un primer momento (1870) esta censura se limitó al habla castellana en Galicia, sin embargo, veinte años después –además de completar su estudio anterior– amplió su trabajo a la situación en León y Zamora.
Jaime Peña Arce