Ángel Anaya fue un intelectual ilustrado español, especialista en la literatura de los Siglos de Oro. Su vida es un completo enigma, lo que ha dado pie a diferentes especulaciones. Lo único que se conoce de él ha sido extraído de los preliminares de sus obras. Desconocemos dónde y cuándo nació, igual que la mayor parte de los sucesos y vicisitudes que hubo de afrontar hasta su óbito. No obstante, existe la certeza de que habitó en Londres durante el Sexenio Absolutista (1814-1820), por lo que ha sido considerado un liberal expatriado. En la capital británica se habría dedicado a la enseñanza. Aunque esta es la hipótesis más verosímil, otras fuentes lo consideran un jesuita que huyó de España tras la expulsión de la orden en 1767. Sea como fuere, lo que nadie cuestiona es su vasta cultura y su influencia en la difusión de la literatura española en el mundo anglosajón.
El quehacer estrictamente lingüístico de Anaya fue escaso dentro del total de su producción. De hecho, respecto a esta línea de trabajo solo cuenta con una obra —escrita en francés y poco estudiada— sobre cómo aprender el italiano y el español. Dicho texto posee una clara orientación pedagógica, en consonancia con la actividad profesional de su autor. En él, y en forma de pequeño ensayo, Anaya desgrana las dificultades fonéticas, ortográficas y gramaticales de ambas lenguas.
Jaime Peña Arce