Fernando Ricardo Araujo y Gómez nació en Salamanca en 1857. Allí se licenció en Filosofía y Letras y en Derecho. Su labor docente comenzó en su ciudad natal: se ocupó de las asignaturas de Literatura general e Historia de la literatura española en la universidad y fue profesor de francés y de alemán en el Instituto y en la Escuela de Artes y Oficios. En 1880 se marchó a Madrid donde logró doctorarse en Filosofía y Letras con una tesis en la línea de su ideología krausista. Más tarde, obtuvo la cátedra de francés en el Instituto de Enseñanza Media de Toledo y, desde 1897, en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid. Otra de las cátedras que obtuvo, pero que nunca ocupó, fue la de lengua alemana en Valladolid. Entre 1898 y 1907 ejerció los cargos de inspector y consejero de Instrucción Pública y jefe de Estadística e Inspección en Madrid. Formó parte de distintas instituciones españolas y extranjeras, fue caballero de la Orden de Carlos III y comendador de la Orden de Isabel la Católica y de número de la Orden de Alfonso XII. Recibió un premio de la Real Academia de San Fernando y la Cruz Blanca del Mérito Naval.
Durante sus años como universitario, se imprimió su primer libro, El matrimonio en Roma: discurso leído en la Academia General de Salamanca (Salamanca, 1877), y se inició como periodista en la prensa salmantina. Más adelante, Araujo colaboró en periódicos de corte político, como El Progreso, del que también era director, y publicó artículos sobre lingüística, cuyas ideas después aparecerían en sus gramáticas. La más destacada fue la Gramática razonada de la lengua francesa, que surgió en un periodo de intensa actividad editorial en el que vieron la luz numerosas gramáticas francesas. No obstante, las ocho ediciones de la Gramática, que se prolongaron hasta la primera década del siglo XX, indican que tuvo bastante éxito pese a la diversidad de la oferta. A partir de la edición de 1889 el título se modifica ligeramente: Gramática razonada histórico-crítica de la lengua francesa (Rafael G. Menor, Toledo). Fue elaborada pensando en los jóvenes estudiantes con escasos conocimientos del idioma, si bien, en ediciones posteriores se incluyeron otras cuestiones, como la historia de la lengua francesa, de mayor erudición y menos sistematizadas destinadas a aquellos interesados en opositar. El objetivo de Araujo de crear una gramática al corriente de las novedades en el terreno de la lingüística explica la mayor dedicación a la fonética francesa frente a otras gramáticas de estas características. Otras obras relacionadas con el estudio del francés son la Crestomatía francesa. Trozos escogidos de autores franceses (Salamanca, 188?), un Diccionario diamante fonético-etimológico franco-español (Tip. De Rafael G.–Menor, Toledo, 1917) y las seis ediciones de Temas de traducción (Menor Hermanos, Toledo, 1891), que son los ejercicios que, originariamente, constituían la práctica de cada capítulo de la Gramática. Araujo fue el autor de la primera obra en español que trató sobre Fonética como materia científica, independiente dentro de la Lingüística, titulada Estudios de fonétika kastelana. Siguió los pasos de los fonetistas europeos del momento, como Paul Passy (1859-1940), y publicó esta obra en la que analizó y describió los sonidos del español. Además adjuntó una bibliografía con las publicaciones europeas más relevantes sobre la cuestión y transcripciones fonéticas en un sistema distinto al europeo –el AFI–, por considerarlo insuficiente para la lengua española. Pese a que no obvia por completo las variedades dialectales del español, su estudio es, eminentemente, de la variedad castellana de la lengua. Otra de sus aportaciones a la lengua española fue un estudio de esta desde un punto de vista diacrónico a partir de una obra literaria: Gramática del Poema del Cid. Araujo sintió también interés por la historia y el arte españoles, concretamente por los de su Salamanca natal, como muestra su Guía histórico-descriptiva de Alba de Tormes (Imp. y Lit. que fue de S. Cerezo a cargo de Jacinto Hidalgo, Salamanca, 1882). Durante su etapa en la administración, sus publicaciones también se pusieron al servicio del Estado. Tras su muerte se imprimió su colección de poesías en dos volúmenes titulada Pensando, sintiendo, llorando, riendo (Toledo, 1915).
Leticia González Corrales