Eduardo de la Barra Lastarria fue un humanista e ingeniero chileno del siglo XIX. Nació en Santiago de Chile en 1839, pero pronto se trasladó a La Serena (Chile) a causa de la muerte de su padre. Realizó sus primeros estudios en colegios ingleses de Valparaíso y, en 1856, regresó a su ciudad natal para estudiar en el Instituto Nacional de Santiago. En 1864, cuatro años después de licenciarse como ingeniero, lo nombraron jefe de sección del Ministerio de Hacienda, cargo que desempeñó hasta 1872. Fue profesor de Historia de la Literatura y Retórica en el Instituto Nacional solo durante el año de 1876, pues, al año siguiente, regresó a Valparaíso para ocupar el puesto de rector del liceo, el actual Liceo Eduardo de la Barra. Promovió el desarrollo intelectual de la ciudad fundando periódicos como La Opinión, el Museo de Historia Natural de Valparaíso (1878) y la Sociedad de Estudios Científicos y Literarios. Asimismo, colaboró en la visita de Rubén Darío (1867-1916) a Valparaíso en 1886, año en el que fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española. Con motivo del estallido de la guerra civil chilena (Revolución de 1891), de la Barra se exilió tras perder su puesto en el liceo y sufrir un saqueo. Permaneció en Argentina durante cuatro años como inspector de las Escuelas Normales de Mendoza y San Juan y como director del Colegio Nacional de San Juan. En 1895 regresó a su Chile natal, donde continuó con la producción literaria y lingüística, que se había intensificado en sus años de exilio, hasta su muerte en 1900.
Fruto de la carrera literaria que inició siendo muy joven, vieron la luz varios poemarios (Poesías líricas, Imprenta de la Unión Americana, Santiago de Chile, 1866, y Rimas chilenas, Garnier hermanos, París, 1890), así como estudios sobre versificación (Estudios sobre la versificación castellana, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, 1880). Asimismo, mostró interés por el sistema acentual del español, estrechamente relacionado con su producción literaria. En su Sistema acentual castellano propuso modificar el sistema de signos acentuales del español sin éxito. Otra de las cuestiones gramaticales que le preocuparon fue la ortografía, a la que dedicó artículos en prensa, «Algo sobre la reforma alfabética», y monografías, la mayoría de ellas por encargo del entonces Ministro de Instrucción, Julio Puga Borne (1864-post 1930). La reforma ortográfica está dividida en tres partes: se abre con un estudio diacrónico sobre la constitución del castellano, al que siguen dos secciones sobre el sistema ortográfico español, para el que propone una reforma a favor del criterio de la pronunciación. El Tratado de ortografía y el Prontuario de ortografía para escuelas no suponen una novedad respecto a la anterior en cuanto a su contenido, si bien se aborda la propuesta ortográfica desde una perspectiva más pedagógica con el fin de afianzar el nuevo modelo. La Crítica filolójica reúne una larga serie de contraargumentos al método del alemán Hanssen (1857-1919), afincado en Chile, que son una muestra de erudición en diversas materias: versificación, sistema acentual, etimología y morfología diacrónica, entre otras. Fuera del campo de la Lingüística, realizó estudios científicos y se le atribuyen obras firmadas con pseudónimo como las Saludables advertencias a los verdaderos católicos i al clero político. Cartas sobre los jesuitas por V. Erasmo Gesuit (Imprenta del Ferrocarril, Santiago de Chile, 1871).
Leticia González Corrales