Jan Amos Komenský, más conocido como Joannes Amos Comenius, la forma latinizada de su nombre, fue uno de los grandes renovadores de la pedagogía. Aunque no se sabe con certeza dónde nació, es posible que fuese en Nivnice (Moravia, en la actual Chequia) en 1592. Allí pasó parte de su niñez antes de ir a la vecina Uherský Brod. Quedó huérfano a los doce años de edad. Una vez finalizados sus estudios elementales, fue enviado a la Universidad de Herborn, donde desarrolló su carácter crítico con los métodos que se empleaban en la enseñanza, el aprendizaje memorístico y el uso del latín en lugar de la lengua materna. En 1611 ingresó en la Universidad de Heidelberg, en la que estuvo hasta 1614, y en la cual se le abrió un mundo de conocimientos. Después regresó a su tierra originaria, donde ejerció la docencia como maestro en Přerov y Fulnek, e inmediatamente después fue ordenado ministro de la iglesia protestante (1616), y llegó a ser obispo de Moravia. Con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), y la muerte de su mujer e hijos a causa de la peste, la quema en una hoguera de la Inquisición en la plaza de Fulnek de sus papeles y escritos, así como los de otros protestantes, además de sufrir la Unión de Hermanos Moravos –credo protestante de su familia– la persecución, Comenius vivió escondiéndose durante siete años, por no aceptar la conversión al catolicismo, hasta que se fue de su país para asentarse en 1628 como maestro en Leszno (Polonia). En esta ciudad había una importante colonia de moravos, miembros de la Hermandad. En 1638 se trasladó a Suecia para poner en marcha su revolución educativa. Allí permaneció hasta 1648, salvo una pequeña estancia en Inglaterra, de donde salió en 1641, poco antes de que se desatasen las Guerras Civiles Inglesas en 1642. En 1648 volvió a Polonia con la pretensión de liberar su tierra natal de los Habsburgo, a la que regresó de manera efímera, perdiendo a su segunda esposa y sufriendo persecución, de modo que se instaló nuevamente en Leszno. Conoció al príncipe transilvano Segismundo (1630-1660), quien le hizo albergar esperanzas sobre la liberación de Moldavia, por lo que se trasladó a Sárospatak (en la actual Hungría), residencia del príncipe, aunque la temprana muerte de este dio al traste con sus ilusiones. En 1654 regresó, nuevamente a Leszno, pero Carlos X de Suecia (1622-1660, rey desde 1654) invadió Polonia, si bien sus tropas no entraron en la ciudad en señal de respeto a Comenius. Sin embargo, los propios polacos la arrasaron después por haber cobijado al protestante, y su casa, sus libros y manuscritos (entre estos un vocabulario checo-latín y unas enciclopedias), de nuevo fueron pasto de las llamas. Le vinieron años de calamidades hasta que Lorenzo De Geer, miembro de una noble e industrial familia asentada en los Países Bajos y en Suecia, hijo del empresario e industrial Louis De Geer (1587-1652), lo llamó a su lado en Ámsterdam, donde gozó el resto de su vida de la tranquilidad y prosperidad que tan esquivas le habían sido. Falleció en esta ciudad en 1670.
La obra de Comenius se orienta hacia la enseñanza, que consideraba debía ser universal, esto es, llegar a todas las personas, hombres y mujeres, independientemente de su condición social, y de manera gradual. Esto es, debía comenzarse cuando los alumnos todavía son niños, con la participación de la familia y de la escuela, con el objetivo de facilitar la inserción de la persona en la sociedad en que le ha tocado vivir. De este modo, la enseñanza no es una finalidad en sí misma, sino el medio o el instrumento para conocer el mundo, para llegar a él de una manera ordenada, por lo que propuso una organización de la enseñanza en cuatro etapas, desde la infantil hasta la superior, con unos objetivos claros en cada una de ellas, y métodos y materias diferenciados. Entre sus libros hay dos obras de interés léxico, el Orbis sensualium pictus y la Janua linguarum reserata, en las que está presente su preocupación didáctica. El Orbis sensualium pictus (Michael Endter, Núremberg, 1658), en cuya primera salida daba cuenta del latín y el alemán, es el primer diccionario por imágenes que se conoce. A su redacción le dedicó cerca de veinticinco años. La obra tuvo abundantes ediciones, algunas plurilingües, pero entre las lenguas que se pusieron en ella nunca apareció el español.
La Janua linguarum, el libro más editado durante el siglo XVII después de la Biblia, apareció por vez primera en 1631 (Drkarnia Jednoty, Mateusz Teodor Krokoczynski, Leszno, Polonia), solamente con el latín, sin duda, inspirada en la Janua linguarum de los jesuitas irlandeses de Salamanca (Francisco de Cea Tesa, 1611). La primera vez en que aparece el español es en una edición en cinco lenguas impresa en los Países Bajos en 1661, en cuya portada se dice que es la tercera edición, lo que ha de entenderse como la tercera edición de las que contienen la traducción al francés y al italiano de Nathanaël Duëz (1609-1678). Según consta en la portada, los equivalentes españoles se deben a G. R., iniciales de las que no hemos podido averiguar a qué nombre corresponden. Comenius reparte el léxico recogido a lo largo de cien capítulos con unos diez párrafos de promedio, hasta sumar los mil, en los que las voces se presentan en el interior de un texto narrado, sin definiciones, ni equivalentes palabra a palabra –deben bastar los textos de las diferentes lenguas. De esta manera se muestra la organización, en ocasiones bastante forzada, de la realidad extralingüística, cumpliendo con una finalidad pedagógica y didáctica buscada por el autor, convirtiéndose en una especie de enciclopedia que presenta una imagen del mundo con una rica información léxica. Para facilitar a los usuarios sus búsquedas, se incluyen al final unos índices de las palabras registradas en cada una de las lenguas.
Manuel Alvar Ezquerra