Luis Dolores Cordero Crespo fue un político, diplomático, poeta y lingüista ecuatoriano, que llegó a ostentar la Presidencia de la República de su país a finales del siglo XIX. Nació en la hacienda rural de sus mayores, situada en el cantón de San Bartolomé de Deleg (provincia de Cañar, Ecuador), en 1833, en el seno de una importante familia, aunque empobrecida por las recientes guerras que propiciaron la independencia del país andino respecto de España. El joven Luis pasó su infancia integrado en el agro de la Sierra meridional ecuatoriana, realidad que le permitió aprender a la perfección el quechua y le hizo interesarse por la agricultura y la botánica, disciplinas que, como teórico y aficionado, cultivó durante toda su vida. En 1847, con 14 años, se trasladó a la ciudad de Cuenca, en cuyo seminario se formó para, a continuación, ingresar en la quiteña Universidad Central del Ecuador, de la que salió licenciado en Derecho (1862). El periodo formativo de Cordero coincidió con una etapa de gran ebullición política en Ecuador: el respetado gobierno del ilustrado José Joaquín de Olmedo (1780-1847), el primer presidente del país tras la segregación de este de la República de la Gran Colombia, se fue descomponiendo tras el fallecimiento de su gran artífice –con continuas tensiones entre las autoridades centrales y las de la ciudad de Guayaquil, siempre con intenciones cantonalistas–, lo que dio pie a la instauración de un régimen autoritario y estricto, de ideología más conservadora, representado por el presidente Gabriel García Moreno (1821-1875); en la lucha contra la represión de las ideas progresistas brilló el papel desempeñado por Cordero, lo que le valió su encarcelamiento y el destierro a Loja (Ecuador). Entre 1875 y 1882, el cañarense, al margen de la política, gracias a su acomodada situación económica, se dedicó a diversas tareas investigadoras y eruditas, al tiempo que realizó variados viajes, tanto por su propia patria como por países cercanos. En 1882, muerto García Moreno y bajo la dictadura militar del general Ignacio de Veintemilla (1828-1908), Cordero participó en una exitosa rebelión contra este, lo que le valió ser nombrado –aunque solo por breves meses– presidente de la República; desde 1883 y hasta 1892, con los liberales en el poder, ocupó diferentes responsabilidades en el gobierno regional de su provincia y como senador nacional. En 1892 se presentó a las elecciones a la Presidencia de la República, y resultó vencedor: durante tres años ocupó la máxima magistratura ecuatoriana, con una labor centrada en las cuestiones sociales. En 1895, con, como telón de fondo, un escándalo diplomático con el cónsul chileno en Guayaquil como protagonista, fue –víctima de la manipulación de sus detractores– acusado de corrupción; esta falsa acusación, junto con la abierta animadversión de los más conservadores, marcó el final de su etapa como presidente. Lejos de Quito, y exonerado de cualquier responsabilidad por la Corte Suprema desde 1898, trabajó como diplomático y, desde 1911 hasta su muerte, como rector de la Universidad de Cuenca. Luis Cordero murió, en 1912, con 79 años, convertido en una de las máximas autoridades morales e intelectuales de su país; en la actualidad, una entidad administrativa de su provincia natal lleva, como homenaje, su nombre.
El trabajo humanístico de esta autor fue notabilísimo. Dentro de este, el filológico ocupó un lugar destacado: su primera obra lingüística data de 1890, fecha en la escribió un sucinto estudio sobre el Compendio de gramática quichua (Manuel Infante, Santiago de Chile, 1889), redactado por el misionero italiano, asentado en Chile, Antonino Carli, O. P. (¿?-1889-¿?). En 1892, fecha en la que ascendió a la Presidencia de la República, ya tenía preparada la que sería su obra más importante: el Diccionario quichua-español, español-quichua (1895), un nutrido repertorio bidireccional, completado por unos retazos de la gramática de esa lengua, que fueron publicados también de forma independiente un año antes (1894). La edición príncipe de este diccionario, impresa en 1895, coincidió con la fecha de su destitución como presidente, motivo por el que la impresión fue frenada, y la difusión de los ejemplares ya impresos, muy restringida; hasta tal punto llegó el veto que, en la actualidad, se considera prácticamente como una edición desaparecida. El Diccionario quichua-español […] ha sido reeditado en numerosas ocasiones desde mediados del siglo XX: 1955 (Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito), considerada como la edición de referencia; 1968 (Universidad de Azuay, Cuenca) y las sucesivas ediciones y reimpresiones –1989, 1992, 2005, 2010– llevadas a cabo por la quiteña Corporación Editora Nacional. Finalmente, sus Estudios de lingüística americana. Carta a un americanista francés sintetizan el contenido de una epístola pública, enviada al americanista y editor francés Léon Douay (ca. 1830-post 1900), que recoge las observaciones de Cordero sobre las Nouvelles recherches philologiques sur l’antiquité américaine (J. Maissonneuve, París, 1900), obra que versaba sobre los idiomas amerindios del Cauca colombiano.
Jaime Peña Arce