Fenández-Vallín Bustillo fue un matemático, senador, académico, catedrático de instituto, historiador y gramático aficionado español nacido en Gijón (Asturias). Vio la luz en 1825 en el seno de una familia ilustrada –su padre era profesor del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía (hoy, Real Instituto Jovellanos)– y recibió una educación esmerada: se formó en la institución en la que trabajaba su padre y de ahí pasó a la Universidad de Oviedo, donde se licenció en Ciencias; posteriormente se doctoró en la Universidad Central de Madrid. Recién licenciado, trabajó como profesor auxiliar de Matemáticas en el Real Instituto Asturiano antes de conseguir el puesto de catedrático en el Instituto de Segunda Enseñanza de Valladolid, donde permaneció tres años (1847-1850). En 1850 ocupó el mismo puesto en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid –centro del que llegó a ser director durante largos años y al que dio el nombre del famoso cardenal en homenaje a la labor de este como patrocinador cultural en los primeros decenios del s. XVI– hasta que se jubiló en 1893. Fue vocal de la Junta Superior de Inspección y Estadística de la Instrucción pública, consejero de Instrucción pública –por ello, viajaba constantemente al extranjero y estaba familiarizado con los mayores adelantos en el campo de la Pedagogía– y senador progresista. Ingresó como miembro en la Academia Gaditana de Letras, en la Real Academia de la Historia y en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; recibió la Encomienda de Carlos III y la Gran Cruz de Isabel la Católica. Acisclo Fernández-Vallín Bustillo fue una de las grandes personalidades académicas de la España de la segunda mitad del s. XIX. Murió en Madrid en 1896.
Su enorme labor investigadora y pedagógica, que fructificó en multitud de escritos, se centró en el campo de las Matemáticas: se propuso mejorar los libros de texto de esta asignatura destinados a la segunda enseñanza, muchos de ellos vigentes hasta hace pocos años; también es considerado una referencia en el estudio de la ciencia española del s. XVI. Pese a su clara vocación por las Ciencias Exactas, y en aras de la mejora de la calidad del sistema educativo español, hizo algunas incursiones en el estudio de las Humanidades, prueba de ello es su breve Gramática castellana, incluida en el tercer tomo de su enciclopedia El monitor de los niños, texto que fue traducido a la lengua tagala para permitir la alfabetización de los niños filipinos.
Jaime Peña Arce