Gervasio Adriano García-Lomas y García-Lomas fue un ingeniero de minas, etnógrafo, antropólogo, folklorista y lingüista español. Nació en la localidad cántabra de Arenas de Iguña en 1891 (y no en 1881, como figura en otros lugares). Aunque se conservan bastantes datos sobre su periplo vital, resulta complicado trazar un recorrido completo. Sea como fuere, este autor vio la luz en el seno de una acomodada y orgullosa familia valdiguñesa. Dicha estirpe no era solo una de las más renombradas a nivel regional, sino que también gozaba de prestigio a nivel nacional. Además, poseía ramificaciones en Valladolid, Asturias y Madrid, y algunos de sus miembros llegaron a ocupar puestos destacados en la vida política española del siglo XX: por ejemplo, Miguel Ángel García-Lomas (1912-1976) fue el último alcalde de Madrid del periodo franquista. El padre de nuestro protagonista fue José María García-Lomas González-Quevedo (¿?-1899), un hidalgo montañés, veterano de las guerras de Cuba, quien se había casado con Higinia García-Lomas León (¿?-1940), también procedente de una de las familias más señeras del valle de Iguña. Así, el joven Adriano pasó su infancia en su solar natal, donde —pese a quedar huérfano de padre con apenas ocho años— aprendió las primeras letras. Se desconoce dónde cursó la secundaria, pero parece factible que se trasladara a Santander para realizar esos estudios. Uno de los tíos de nuestro autor (y no su padre, como también se ha dicho en algún lugar) fue el jurisconsulto, político y escritor Fidel García-Lomas (1828-1893), senador liberal y consejero de la Real Compañía Asturiana de Minas, además de uno de los mayores expertos en legislación minera del siglo XIX español. Este hecho quizás condicionara el futuro devenir profesional de su sobrino, que eligió cursar Ingeniería de Minas en la Universidad Central de Madrid, ciudad en la que se avecindó en torno a 1910. Concluida su formación, trabajó en las oficinas que la Real Compañía Asturiana de Minas poseía en la capital. Desde su juventud, comenzó a interesarse también por diversos aspectos de la idiosincrasia regional montañesa (folklore, leyendas, tradiciones, hechos lingüísticos…) y empezó a publicar pequeñas investigaciones en varias cabeceras de la prensa santanderina. En 1920 fue comisionado por su empresa para dirigir las minas de San Narciso, en Irún (Guipúzcoa); por este motivo, y durante más de 15 años, hizo de esa provincia vasca su hogar. García-Lomas fue un carlista convencido; no obstante, su marcada ideología no fue óbice para que entablara amistad con personas que defendían ideas diferentes. El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 lo sorprendió en Rentería (Guipúzcoa). Su íntima amistad con el también ingeniero y acérrimo nacionalista vasco Alejandro Goicoechea (1895-1984), diseñador del sistema de defensa de Bilbao, le permitió sortear este y regresar a su valle en 1937. Tras el conflicto, miembro ya del cuerpo nacional de ingenieros de minas, desempeñó su trabajo en el distrito de Badajoz para, a comienzos de la década de 1950, ascender a jefe del distrito minero de Palencia. No se sabe con certeza si durante todos esos años residió en los lugares donde estaba destinado o si pudo pasar amplias temporadas en la casa familiar de Arenas de Iguña. De lo que sí existe certeza es de que, a comienzos del decenio de 1960, ya jubilado, se retiró a su casa solariega y allí se dedicó al desempeñó de labores investigadoras y eruditas. Convertido en una de las principales figuras de la intelectualidad montañesa de mediados del siglo XX, y movido por su interés y curiosidad naturales –y pese a su formación autodidacta–, cultivó en calidad de animoso aficionado todas las especialidades de la Antropología social: estudios sobre el vocabulario montañés o disquisiciones sobre la mitología y las supersticiones de su región, por citar solo algunas de las más importantes. También entró de lleno en un tema controvertido: el origen y las costumbres de la comunidad pasiega, asentada en el sureste de Cantabria. Recibió la Gran Cruz de la Orden de Beneficencia (condecoración desaparecida en la actualidad) en 1970 y fue nombrado Hijo Predilecto de la Provincia de Santander. Fue miembro del Centro de Estudios Montañeses y del Instituto de Etnografía y Folklore Hoyos Sainz. Murió con 81 años, en 1972, manteniendo hasta el final su gran capacidad investigadora y dejando muchas obras por publicar.
Dentro de su labor filológica destaca su obra El lenguaje popular de las montañas de Santander, cuyo contenido ya había sido esbozado en Estudio del dialecto popular montañés. Fonética, etimologías y glosario de voces. Esta obra volvió a editarse, corregida y aumentada, con el título de El lenguaje popular de la Cantabria montañesa: Fonética, recopilación de voces, juegos, industrias populares, refranes y modismos, reeditada por última vez en 1999. Dentro de estos tres títulos de clara filiación, el cuerpo general de la obra contiene una extensa recopilación de voces dialectales con información sobre su distribución geográfica dentro del ámbito de la Comunidad. También legó estudios sobre toponimia de diversas localidades de la región montañesa, textos publicados en la revista Altamira. La investigación considera la obra de García-Lomas como el mejor ejemplo de lexicografía cántabra del s. XX.
Jaime Peña Arce