Victoriano Hernando y Palacios nació en Aldeanueva de Serrezuela (Segovia), en 1783. De orígenes humildes, Hernando desempeñó trabajos ganaderos antes de desplazarse a Segovia para iniciar su formación. De allí, se trasladó a Valladolid, donde se instruyó en el arte de escribir y se puso al servicio de distintas figuras destacadas, entre ellas, los benedictinos y un oidor de la Audiencia, a cuyos hijos educó. A partir de 1810, continuó dando clases particulares en Madrid. Poco tiempo después, entró como pasante en una escuela de la capital, de la que terminó por hacerse cargo hasta 1816, año en el que fue nombrado maestro de la escuela del barrio del Hospital, situada en Lavapiés (Madrid). Paralelamente desarrolló una importante labor editorial en su taller madrileño centrada en la educación primaria. Como consecuencia de la reducción del número de escuelas en 1844, fue destinado a una en la calle de Atocha, donde dio por finalizada su carrera docente en la escuela pública tras la aplicación de una ley en 1849 que obligaba a los maestros a obtener un título para ejercer. Durante el año que continuó en activo, enseñó de manera privada. Falleció en Madrid en 1866.
Su obra fue eminentemente didáctica e impresa, casi en su totalidad, en su propio taller. Escribió libros de Aritmética, una Colección de muestras de letra bastarda española (s. n., Madrid, 1826) y varias obras de interés lingüístico. Publicó un Compendio de gramática castellana de estructura cuatripartita en la que predomina la Analogía. Lo escribió siguiendo el modelo erotemático, con la particularidad de disponer las respuestas en verso. Se mostró crítico con las decisiones académicas respecto a la ortografía española, para la que propuso una renovación basada en el principio de la pronunciación tanto en prosa (Impugnación razonada en contra del Prontuario de ortografía castellana), como en verso (Composición poética sobre la necesidad de reformar nuestra ortografía). En 1856 su Silabario para uso de las escuelas fue aprobado por el Ministerio de Fomento para la enseñanza de la lectura en las aulas de primaria españolas y, desde 1852, se encuentran noticias de él en la prensa, lo que nos permite fechar su primera edición a principios de la década de 1850, aunque no hemos localizado ningún ejemplar. Como editor, amplió y corrigió el Catón metódico de los niños, dispuesto para aprender a leer (Imprenta de Victoriano Hernando, Madrid, 1853) de José González Seijas (¿?-1827-1853-¿?), un manual de lectura que, desde su primera edición a principios del siglo XIX, se mantuvo vigente hasta bien entrado el XX.
Leticia González Corrales