Antonio José de Irisarri y Alonso fue un diplomático, escritor, militar y político que nació el 7 de febrero de 1786 en la recientemente creada Nueva Guatemala de la Asunción (Guatemala) y falleció el 10 de junio de 1868 en el neoyorkino barrio de Brooklyn (EE. UU.). Irisarri, hijo de dos españoles de buena familia, la salmantina María de la Paz Alonso y Barragán Espinosa y Montemayor (¿1722?-1794) y el comerciante navarro Juan Bautista de Irisarri Larazaín Vicuña y Aranibar (1740-1805), recibió su educación elemental tanto en la escuela pública de los hermanos Betlemitas como por parte de un profesor particular de origen español, que le enseñó francés, inglés e italiano. Cuando cumplió veinte años, y tras el fallecimiento de su padre, Irisarri se hizo cargo de los negocios familiares y administró su cuantiosa herencia, lo que lo llevó en dos ocasiones a México. Así, en 1806, viajó en un navío de su propiedad que fue asaltado por piratas que lo hicieron prisionero y solo le devolvieron su libertad cuando las autoridades españolas los atraparon y los obligaron a hacer un intercambio de prisioneros. Su segundo viaje desde Guatemala a México transcurrió con normalidad y por vía ferroviaria. Tras pasar un tiempo en Oaxaca, Puebla y en Ciudad de México, el guatemalteco pudo resolver los asuntos comerciales pendientes de su padre de una forma satisfactoria que le permitió regresar a su ciudad natal habiéndose enriquecido. De nuevo, los asuntos de la herencia de su padre hicieron que Antonio José de Irisarri viajase a Lima en 1808. Desde la capital del virreinato de Perú, Irisarri se desplazó al actual país de Chile, donde conoció a varios familiares con quienes compartía los apellidos de su padre, Lazaraín y Vicuña, entre quienes se encontraba su prima María Mercedes de Trucíos y Larraín (1767-¿1870?), perteneciente a una de las familias más influyentes del Chile colonial y con la que contrajo matrimonio en 1809. Irisarri se asentó junto a su mujer en Chile, donde participó en el movimiento independentista de varias formas, tanto mediante la ocupación de cargos políticos, como el de regidor del cabildo de Santiago en 1811 o el de comandante de la Guardia Cívica intendente de la provincia de Santiago, como mediante la publicación de varios artículos en periódicos como El Monitor Americano o El Semanario Republicano. En 1814, Irisarri asumió el puesto de director supremo de la Nación de Chile con carácter interino y solo ante la ausencia temporal de Francisco de la Lastra de la Sotta (1777-1852) que se encontraba confinado por los españoles en la isla de Juan Fernández. Tras el triunfo de los realistas –fieles al monarca español Fernando VII (1784-1833), capturado por las fuerzas napoleónicas en 1808– en la contienda entre los realistas y los patriotas –radicales que perseguían la separación de Chile definitivamente de España–, Irisarri fue deportado a Mendoza (Argentina), desde donde viajó a Londres para estudiar entre 1815 y 1818. Una vez que Bernardo O’Higgins (1778-1842) aseguró la Independencia de Chile tras el triunfo de los patriotas, Irisarri regresó al país en 1818 y formó parte del gobierno como responsable de Relaciones Exteriores. En 1822, fue enviado como embajador de Chile al Reino Unido, donde intentó establecer relaciones empresariales entre los británicos y Centroamérica. Tras haber fracasado en este intento empresarial en el Reino Unido y declararse en bancarrota, Irisarri regresó en 1827 a América, donde se vio envuelto en la Guerra civil centroamericana (1827-1829). Nuestro autor se unió a los conservadores en esta contienda, formó parte del ejército como comandante general del Estado y fundó el periódico El Guatemalteco para apoyar al gobierno. Tras la derrota del ejército guatemalteco por parte de los hondureños, Irisarri fue apresado durante nueve meses y condenado a muerte en San Salvador. No obstante, el 7 de enero de 1830, consiguió escapar y embarcarse hacia Guayaquil (Ecuador). Poco tiempo después, regresó junto a su familia a Chile y ocupó cargos políticos como el de gobernador del departamento de Curicó, el de intendente de Colchagua o el de embajador ante el Protectorado Perú-boliviano durante la guerra entre dicho protectorado y Chile (1836-1839). Asentado en Lima, Irisarri promovió el Tratado de Paucarpata para velar por el bienestar de las tropas chilenas, aunque no consiguió su firma por parte de los chilenos y del Protectorado Perú-boliviano. Como consecuencia de ello, debió trasladarse nuevamente a Guayaquil, desde donde viajó a Nueva Granada (actual Colombia) en 1845. Una vez en Bogotá, fundó el periódico Nosotros, orden y libertad, donde publicó parte de su autobiografía en forma de folletín y con el objetivo de la defensa de su antiguo amigo, y entonces presidente de Nueva Granada, Tomás Cipriano de Mosquera (1798-1878). Tras la dimisión de Mosquera en 1847, Irisarri marchó a Venezuela, y, más tarde, fue a Jamaica y las entonces colonias españolas de Puerto Rico y Cuba, y nunca más regresaría a Sudamérica. En 1849 se asentó en los Estados Unidos donde fundó el periódico El Revisor en Nueva York. En 1855, fue nombrado ministro plenipotenciario de Guatemala y El Salvador ante los Estados Unidos, aunque dejó de representar a El Salvador en 1863 ante la guerra que se declaró entre ambas naciones. Antonio José de Irisarri falleció en Nueva York en 1868 mientras seguía ocupando el cargo de embajador de Guatemala en los Estados Unidos. En el centenario de su fallecimiento, sus restos fueron trasladados de vuelta a su país natal y reposan en el pabellón de los literatos guatemaltecos del Cementerio de la Ciudad de Guatemala. De forma póstuma le fueron reconocidos sus méritos políticos y militares, lo que quedó de manifiesto con el establecimiento de la Orden «Antonio José de Irisarri» en 1973, que se otorga en la actualidad a quienes destacan en relaciones internacionales, sean o no guatemaltecos. Asimismo, el Gobierno de Guatemala fundó en 2009 la Sexta Brigada de Infantería, «Coronel Antonio José de Irisarri».
Antonio José de Irisarri editó varios periódicos y diarios en los diversos países en los que residió, a lo que se sumaron la publicación de la Historia crítica del asesinato cometido en la persona del gran mariscal de Ayacucho (Imp. de José A. Gualla, Bogotá, 1846), su autobiografía inconclusa, El Cristiano errante (1846), y la Breve noticia de la vida del Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Bogotá don Manuel José de Mosquera Figueroa y Arboleda (Imprenta de S. W. Benedict, Nueva York, 1854). En el ámbito literario, sus poesías fueron recogidas en el volumen de Poesías satíricas burlescas (Impr. de Hallet & Breen, Nueva York, 1867). Su única obra del ámbito filológico fueron las Cuestiones filológicas sobre sobre algunos puntos de la ortografía, de la gramática y del origen de la lengua castellana, y sobre lo que debe la literatura española a la nobleza de la nación, publicada también en los Estados Unidos, y que no es una gramática de enseñanza del español al uso, sino un volumen de reflexión dividido en ocho capítulos que versan sobre temas como «¿cuántos son los géneros de los nombres en castellano, en qué se conocen y para qué sirven?», o «sobre si se puede conocer el origen de la lengua castellana, y sobre cuáles han sido su formación y sus progresos».
Estela Calero Hernández