Manuel Ramírez de Carrión, hijo de los toledanos Miguel Ramírez y María de la Paz, nació en Hellín (Albacete) alrededor de 1579, fecha en la que se data su bautizo. Aunque se cree que debía formar parte de una familia aristócrata, no hay muchos datos acerca de ello ni tampoco sobre su formación académica, aunque en muchas ocasiones se le ha relacionado con el ámbito de la medicina.
Sin embargo y aunque no se conoce cómo Ramírez de Carrión comenzó a interesarse en enseñarlos ni cómo adquirió las habilidades y competencias necesarias para hacerlo, su labor más importante fue la relacionada con la educación de los sordomudos, pues se propuso crear un lenguaje particular para ellos. Junto a Ponce de León y Juan Pablo Bonet (1573-1633), es considerado uno de los tres pedagogos más relevantes de la época.
Aunque se desconoce la fecha exacta, se sabe que fue solicitado por el V Marqués de Priego y de Montalbán para que enseñara a leer y a escribir a su hijo sordomudo, Alfonso Fernández de Córdoba y Figeroa, en su casa de Montilla (Córdoba). Mientras realizaba esta labor, el Marqués le proporcionó trabajo como secretario e intérprete. La hija del Marqués también era sordomuda, pero no hay datos de que fuera enseñada por Manuel Ramírez de Carrión ya que ingresó tempranamente en un convento en Baena, donde permaneció hasta su muerte.
Los progresos visibles en sus alumnos aumentaron la fama de Ramírez de Carrión hasta el punto de que la duquesa de Frías, Juana de Córdoba, le solicitó para que educase a su hijo, Luis Fernández de Velasco, también sordomudo. Se desplazó a Madrid en 1615, si bien en 1617 vuelve a Montilla, donde continúa su labor como secretario y bibliotecario del Marqués y se casa con Elvira de Godoy. En 1636 fue llamado por Felipe IV para enseñar al hijo de María de Borbón Soisson, Manuel Filiberto, y tales fueron los resultados obtenidos que el rey decidió nombrarle secretario. Cuando Manuel Filiberto fue nombrado gobernador de Ivrea, viajó y se estableció con él en Italia durante una temporada hasta que en 1645 volvió a Madrid. Debió morir en 1654 en Valladolid.
Sus continuas lecturas en la biblioteca del Marqués lo llevan a escribir unas Maravillas de naturaleza en 1629 (publicadas a la vez en Montilla y en Córdoba), obra que contiene más de dos mil aforismos extraídos de los clásicos grecolatinos, médicos y filósofos de la Edad Media, precedidos de un “Arte de enseñar a leer, escribir, y hablar vocalmente a los mudos”.