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El humanista y erasmista Andrés Laguna nació, en el seno de una familia de judíos conversos, en Segovia en 1510 o 1511, aunque también se barajan otras fechas. Muy pronto, a la edad de 14 o 15 años fue enviado por sus padres a estudiar en Salamanca, donde cursó los dos primeros años de bachiller en Artes. Allí coincidió con otros jóvenes de origen judío que llegarían a ser afamados médicos como los portugueses Amato Lusitano (1511-1568) y García de Orta (¿1501?-1568), entre otros. Como los conversos tenían vedados los estudios de Medicina, a los que quería dedicarse Laguna, marchó a París hacia 1530 o principios de año siguiente para realizarlos allí, terminándolos en 1534. En esa estancia trató con una pléyade de hombres ilustres: San Ignacio de Loyola (1491-1556), Luis Vives (1493-1540), Miguel Servet (1509-1553), entre otros, y, probablemente, también Erasmo (1466-1536) y Calvino (1509-1564). De la universidad parisina pasó al Collège de France, también en París, donde fue discípulo de Jean de la Ruelle (1474-1537), el traductor al latín del Dioscórides (1516) que muy pronto después se imprimiría en España bajo la iniciativa Nebrija (1441 o 1444-1522), Pedacii Dioscoridis Anazarbei de medicinali materia libri quinque (Arnao Guillén de Brocar, Alcalá de Henares, 1518). En 1536 regresó a España, asentándose en Alcalá, en cuya universidad debió dar algunas clases. En 1539 se desplazó a Toledo para atender a la emperatriz Isabel (1503-1539), que murió de parto. De allí pasó a Segovia, y después a Londres y a los Países Bajos. Entre 1540 y 1545 estuvo en Metz (Francia), desde donde, en 1543, fue a Colonia para pronunciar su famoso discurso sobre la paz (Europa heauten timorumene, hoc est misere se discrucians suamque calamitatem deplorans […] –el título está en griego–, Ioannes Aquensis, Colonia, 1543). Más tarde marchó a Italia, donde en el mismo año 1545 se le concedió el doctorado en Medicina por la universidad de Bolonia. Y también en 1545 el papa Pablo III (1468–1549, papa desde 1534) le concedió el título de miles Sancti Petri, ya instalado en Roma. Desde Roma fue a Venecia, regresando en 1548. Julio III (1487-1555, papa desde 1550) le concedió el título honorífico de médico, aunque sin ser médico del papa en sentido estricto, por más que lo asistiera en alguna ocasión. Laguna debió acoger con satisfacción el nombramiento y lo puso en la portada del Dioscórides. Estuvo en varias ciudades italianas, y en 1554 se fue a los Países Bajos, donde publicó el Dioscórides. En 1557 enfermó en Bruselas y decidió regresar a España, pasando una temporada en Salamanca antes de ir a Segovia, y murió en los últimos días de 1559 en Guadalajara, por donde pasaba formando parte de la comitiva que iba a recibir a Isabel de Valois (1545-1568) en Roncesvalles, que venía para contraer matrimonio con Felipe II (1527-1598).
Andrés Laguna tenía unos amplísimos conocimientos de lenguas debido a sus largas estancias en diversos países europeos. Es autor de varias obras de medicina, pero a nosotros nos interesa por su traducción al español del Dioscórides, versión que realizó con la finalidad de poner a disposición de los médicos y boticarios españoles que no conociesen suficientemente el griego o el latín esta importante obra sobre las enfermedades y las medicinas que se han de emplear, y cómo, para curarlas, ya vertida a otras lenguas vulgares. Para llevar a cabo su traducción se basó de forma muy directa en la versión italiana, con comentarios, que había hecho Pietro Andrea Mattioli (1500-1577), impresa por vez primera en 1544 (Nicolo de Bascarini da Pavone di Brescia, Venecia, 1544), aunque también manejó otras fuentes, además de poner sus propias observaciones y comentarios, que denotan su inquietud por la materia. A nosotros nos interesa la versión de Andrés Laguna, porque al final puso una relación de 171 términos «obscuros y no muy recebidos en nuestra lengua vulgar» empleados en la traducción, puestos por orden alfabético, con su definición en español. A esa lista siguen unas «Tablas universales de todos los nombres que en la obra presente según varias lenguas ocurren», una de las cuales es una «Tabla de los nombres castellanos entre los quales van algunos estrangeros, pero españolizados», con un total de 1379 voces, que remiten al lugar de la obra donde se trata lo nombrado, generalmente plantas, y que no es estrictamente un repertorio léxico, pese al interés que tienen las palabras que aparecen en él. El éxito logrado por el Dioscórides de Laguna fue notable por los saberes que se vierten en él, por la precisión de las observaciones y por la calidad de la traducción, por lo que siguió editándose durante casi dos siglos.
Antes de publicar el Dioscórides había dado a la luz unas Annotationes in Dioscoridem Anazarbeum (Jean de La Ruelle, Lyon, 1554) basadas en la edición del Dioscórides que había hecho Jean de la Ruelle en 1516.
Manuel Alvar Ezquerra