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Luis Lamarca Morata fue un político, historiador, filólogo y lexicógrafo español, activo durante la primera mitad del siglo XIX. Nuestro autor nació en la localidad de Torrente, muy próxima a Valencia, en los años finales de la centuria ilustrada, en 1793. Se sabe muy poco sobre su extracción familiar, así como sobre su infancia, adolescencia y formación académica. El primer dato conocido sobre él lo sitúa como combatiente contra las tropas napoleónicas a las órdenes del general Ildefonso Díez de Rivera (1777-1846), liberal exaltado y uno de los brigadieres de Arthur Wellesley, duque de Wellington (1769-1852), en diferentes campañas de la Guerra de Independencia española (1808-1814). La juventud con la que empezó en la carrera de las armas (circunstancia coyuntural, pues nunca quiso ser militar profesional), además de su azarosa vida posterior a la contienda, permiten descartar que cursara estudios superiores reglados. Luis Lamarca tomó como propias las ideas políticas de su superior, Díez de Rivera, lo que tras el regreso a España de Fernando VII (1784-1833) le valió una larga estancia en prisión durante el Sexenio Absolutista (1814-1820). Tras el pronunciamiento de Rafael de Riego (1784-1823) y la instauración de un régimen liberal, Díez de Rivera fue nombrado capitán general de Valencia y Lamarca pasó a formar parte del ayuntamiento constitucional de la ciudad del Turia. Durante el Trienio Liberal (1820-1823), el valenciano comenzó a frecuentar círculos intelectuales y a interesarse por cuestiones eruditas; sin embargo, la reinstauración del absolutismo tras la invasión francesa comandada por Luis Antonio de Francia, duque de Angulema (1775-1844), forzó su exilio en Londres durante los primeros años de la Década Ominosa (1823-1833). En la capital británica comenzó, más por necesidad económica que por vocación personal, la relación entre Lamarca y las labores lexicográficas, pues durante varios años trabajó para la editorial del también valenciano, amigo y compañero en el exilio Vicente Salvá (1786-1849). Cuando en 1830 Salvá cambió Londres por París, nuestro autor decidió regresar a España y a Valencia, pues se le había concedido una amnistía. De vuelta en su ciudad y muerto Fernando VII (1833), Lamarca compaginó su trabajo en la diputación provincial con estudios históricos, filológicos y numerosas traducciones –gracias a su perfecto conocimiento del inglés, fue el primer traductor al español de los Cuentos de la Alhambra, del estadounidense Washington Irving (1783-1859)–. Luis Lamarca Morata murió en Valencia, en 1850, consagrado como uno de los intelectuales más reputados de la Valencia de su tiempo.
El trabajo lexicográfico de este autor cristalizó en su Ensayo de un diccionario valenciano-castellano, cuya edición príncipe vio la luz en 1839 y volvió a ser editado, considerablemente aumentado, tres años después. Esta obra, redactada con una ortografía castellanizante, es un repertorio monodireccional valenciano-castellano, que toma como base el repertorio de Carlos Ros Hebrera (1703-1773), Diccionario valenciano-castellano (Imprenta de Benito Monfort, Valencia, 1764), y se presenta como una ayuda para que los valencianohalantes mejoren su conocimiento del español. El texto de 1842 fue reeditado en 1998 e impreso por el ayuntamiento de Torrente; en 2002 se realizó una edición facsimilar (Librerías París-Valencia, Valencia).
Jaime Peña Arce