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No son muy abundantes las noticias que poseemos de la vida de Francisco López Tamarid. Sabemos que nació en Granada y que vivió a lo largo del siglo XVI, pero no las fechas en que vino al mundo y de su fallecimiento, ni el lugar de este, si bien cabe sospechar que se produjese en Granada, muy a finales de la centuria. Y como pone acompañando a su nombre en el «Compendio», fue racionero de la Catedral de Granada, e intérprete de lengua árabe en el Santo Oficio de la Inquisición. Fue sacerdote en varias localidades de la actual provincia de Almería entre 1565 y 1575, donde su relación con los moriscos no debió ser cordial, probablemente porque él mismo fuese de origen morisco y atrajo la animadversión de estos, hasta el punto de que en la sublevación del verano de 1569, los moriscos de Sorbas quemaron los campos que poseía en Antas, las casas que tenía en esta población y en Sorbas, y robaron su ganado. En 1570 intervino en la redacción de las capitulaciones de los moriscos tras su levantamiento en Granada, haciendo gala de su habilidad para lograr salir airoso de una prueba que exigía gran tacto. En ese mismo año logró un subsidio real para sobrellevar las penurias que padecía en Vera como consecuencia de la sublevación. Hizo una amplia propuesta para dinamizar la economía en la actual provincia de Almería con la explotación de minas de cobre, plomo y mármol, así como la peca en el Cabo de Gata. En 1575 ya estaba asentado en Granada. En 1582 hizo la relación y traducción de los manuscritos árabes depositados en el Tribunal de la Inquisición antes de enviarlos a la biblioteca de El Escorial. También intervino en 1588 en el desenmascaramiento del engaño de los conocidos como libros plúmbeos de la Torre Turpiana de Granada.
A López Tamarid debemos una pequeña relación de voces árabes que aparece en algunas ediciones del diccionario nebrisense a partir de 1585 –y que llegan hasta finales del siglo XVIII–, el «Compendio de algunos vocablos arábigos introducidos en lengua castellana», que utilizó Sebastián de Covarrubias (1539-1613) para su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), y formó parte de los Orígenes de la lengua española (Juan de Zúñiga, Madrid, 1737, págs. 235-264) de Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781). El «Compendio» no tuvo variaciones significativas en las diferentes ocasiones en que se publicó.
Manuel Alvar Ezquerra