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Apolinar Liborio María de Rato y Hevia de Argüelles fue un jurista español, y lexicógrafo aficionado, del siglo XIX. Nuestro autor nació en la localidad asturiana de Villaviciosa, en 1829, en el seno de una familia acomodada de ascendencia nobiliaria. Rato aprendió las primeras letras en su localidad natal y, con 17 años (1846), obtuvo el grado de bachiller en la capital asturiana; completó su formación en la Universidad de Oviedo, donde se formó en Derecho, licenciatura que obtuvo en 1853. Durante apenas dos años (1853-1855) trabajó como abogado en la capital del Principado, pues en 1855 consiguió un puesto de fiscal en Cuba; en concreto, en el distrito de Baracoa, en el extremo suroriental de la isla caribeña. En aquella localidad, simultaneó sus labores como jurista con la participación activa en las milicias populares organizadas para combatir los recurrentes ataques piratas; esta determinación le valdría un amplio reconocimiento oficial y vecinal. Tras una breve estancia en Bejucal, un municipio próximo a La Habana, donde también trabajó como jurista, el asturiano ascendió a fiscal de la Capitanía General de Cuba; como consecuencia, permaneció durante 10 años (1865-1875) en la ciudad habanera, en la que consiguió gran prestigio como abogado y llegó a ejercer como teniente de alcalde en su ayuntamiento. La estancia en Cuba de Rato y Hevia solo se vio interrumpida durante unos breves meses, en los cuales –dentro de la efímera nueva dominación española de la República Dominicana (1861-1865)– ejerció el cargo de auditor de guerra en Santo Domingo. Después de 20 años en el Caribe, nuestro autor regresó a la Península y vivió a caballo entre Madrid y Asturias; entre 1875 y 1884 se dedicó a la administración del patrimonio familiar, se inició en una serie de experimentos agropecuarios, dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la obra cervantina y se interesó por el estudio y la dignificación del bable. Finalmente, murió prematuramente en Madrid, con 55 años, en 1884. Apolinar de Rato y Hevia fue miembro honorífico de la Real Sociedad de Amigos del País de La Habana y uno de los socios fundadores del Centro Asturiano de Madrid. Como curiosidad, cabe mencionar que el maliayo es uno de los bisabuelos del político español Rodrigo de Rato y Figaredo (1949-actualidad).
La labor filológica de este autor se concretó en pequeñas aproximaciones durante la etapa final de su vida, cuando ya estaba retirado de la actividad profesional. El 9 de marzo de 1884, apenas dos meses antes de su muerte, Rato remitió una carta –escrita en bable– al director de la Real Academia Española, en la que conminaba a la corporación a la inclusión de una colección de voces asturianas en la 12.ª edición del Diccionario de la lengua española, en proceso de impresión en aquel momento, al tiempo que solicitaba la corrección de una serie de notas eruditas adjuntadas a una edición que la Academia había realizado del Quijote. Se desconoce la repercusión que tuvo este escrito entre los miembros de la Institución, texto que terminó siendo editado póstumamente en una imprenta madrileña. En 1891, también póstumamente, apareció la gran aportación de Rato a la filología asturiana, el Vocabulario de las palabras y frases bables. Además de por un extenso prólogo en el que se incluye una historia de la formación del vernáculo, y un epílogo, en el que se inserta una serie de observaciones morfosintácticas, este repertorio está formado por más de 3000 entradas. La microestructura del artículo incluye una caracterización gramatical de la voz, su equivalente en castellano y, si procede, un ejemplo de uso real del vocablo (ya sea en refranes, frases hechas o en fragmentos de versos populares). Esta obra fue reeditada en 1979 bajo el título de Diccionario bable (Planeta, Barcelona).
Jaime Peña Arce