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Juan Martín Cordero y Olivar fue un humanista español del siglo XVI y uno de los máximos representantes del pensamiento erasmista valenciano. La vida de este autor presenta algunas lagunas que la investigación, poco a poco, ha ido llenando; no obstante, aún quedan algunos puntos oscuros por esclarecer. Nació en Valencia, en 1531, en el seno de familia acomodada de ascendencia zamorana y mallorquina. Sus padres, judíos conversos, habían logrado enriquecerse gracias al comercio, lo que les permitió tener una abundante prole a la que proporcionaron una esmerada educación. Nuestro autor comenzó sus estudios de la mano de preceptores particulares para, a finales de la década de 1540, ingresar en la Universidad de Valencia, donde se formó en Gramática, Artes y Teología; en 1550 realizó un viaje a París con el objetivo de ampliar su formación. Debido al inicio de las hostilidades entre la Francia de Enrique II (1519-1559, rey de Francia entre 1547 y 1559) y los Habsburgo, el valenciano se vio obligado a huir apresuradamente a los Países Bajos españoles; ya en territorio imperial, sano y salvo, se matriculó en la Universidad de Lovaina para completar su instrucción. Permaneció en Flandes unos 13 años, a caballo entre Lovaina y Amberes, dedicado a múltiples tareas intelectuales y eruditas. Tan solo abandonó aquellos territorios en 1554, fecha en la que viajó a Londres para presenciar la boda entre de Felipe II (1527-1598, rey de España entre 1556 y 1598) y María Tudor (1516-1558, reina de Inglaterra entre 1553 y 1558). En 1563, acuciado por su familia, que tuvo problemas con la Inquisición, regresó a Valencia, se ordenó sacerdote y alcanzó el doctorado en Teología. Por presión paterna, ejerció como párroco en distintos pueblos valencianos, labor que le aburría, dado lo primario del trabajo para una persona de su formación. Tras la muerte de su progenitor, salió hacia Roma en 1569, anhelante por lograr un beneficio eclesiástico definitivo, acorde a su formación y trayectoria. Tras un duro viaje, arribó a la Ciudad Eterna, donde, tras dos años de penurias, consiguió el curato de la localidad de La Pueblanueva, en la provincia de Toledo, cerca de Talavera de la Reina. Reticente, se trasladó de nuevo a la Península en 1571, y ocupó su nuevo cargo solo durante el tiempo mínimo obligatorio; en 1572 ya estaba de nuevo en Valencia. Por espacio de 16 años residió en la capital del Turia, disfrutando de un gran desahogo económico, obtenido gracias a las numerosas prebendas logradas, entre ellas, la de examinador teológico en la Universidad valenciana. Cansado de la ciudad, en 1588, se asentó en Puzol, un municipio de la Huerta Norte de Valencia; de allí pasó a ocupar la rectoría de Mogente (Valencia) en 1591, que seguía ocupando en 1593, fecha en la que desaparece cualquier noticia sobre su vida. Se desconoce dónde y cuándo exactamente murió Juan Martín Cordero, aunque se presupone que fue en Mogente cerca del año de 1600.
El trabajo intelectual del levantino fue monumental; el estrictamente filológico, más modesto. Durante su estancia flamenca, y como obra de juventud, compuso un breve manual, que fue publicado en el interior de su obra Las quexas y llanto de Pompeyo […]. Este texto propone una serie de reglas ortográficas para garantizar el buen uso de la lengua castellana, muy popular en la Europa de la época. Tras una disertación sobre la necesidad de la existencia de tales reglas, Cordero pasa a analizar los sonidos correspondientes a las grafías castellanas contemporáneas que no existían en el alfabeto latino: la ç, la j, la ñ, la ch, la ll, la r y la y. A continuación, glosa el concepto de sílaba, el del diptongo y el de acento, de mucha utilidad este último –según el autor– para distinguir entre las personas y los tiempos en la compleja morfología flexiva del verbo español. Respecto a la escritura de los nombres propios, afirma que deben escribirse lo más «a la latina que sea posible», siempre que no estén ya completamente aceptados en castellano.
Jaime Peña Arce