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Federico Belausteguigoitia Landaluce nació en Llodio (Álava) el 3 de septiembre de 1876, en una familia acomodada de doce hermanos. Inició sus estudios de bachillerato en el colegio de los jesuitas de Orduña para finalizarlos en Madrid. Allí empezó a estudiar Derecho, en el Real Centro de Estudios Superiores de El Escorial, y terminó esa carrera en la Universidad de Deusto, donde cursó también Filosofía y Letras. De ideas nacionalistas, trabó amistad con Sabino Arana Goiri y se afilió al Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV) en 1896. Al año siguiente fue encarcelado por escribir el artículo «Nuestras ideas», que provocó el cierre de la revista Baserritarra, fundada por Arana Goiri. Tras casarse con María Ortueta Sagastagoya en 1907, Belausteguigoitia residió en Durango (Vizcaya). Durante la Guerra Civil se exilió en varias localidades del País Vasco francés, pero en 1940 la conquista de Francia por las tropas alemanas le obligó a huir a Marsella, y de allí al África libre (a Orán y Casablanca); finalmente, en 1941 regresó al País Vasco para establecerse con su esposa e hijos en Las Arenas (Vizcaya), donde vivió hasta su muerte el 23 de julio de 1947. Hasta su exilio, ocupó varios cargos políticos, desde los que siempre intentó trabajar en favor de la lengua y cultura vascas.
En 1919, al crearse Euskaltzaindia-Academia de la Lengua Vasca, Belausteguigoitia fue nombrado académico correspondiente, como delegado de la Diputación de Vizcaya, y fue él quien redactó el reglamento de la Academia. Defendió la necesidad de unificar y estandarizar la lengua vasca, para lo cual unos años antes había planteado tomar como base el dialecto guipuzcoano en el opúsculo La unificación del euzkera, que él mismo financió y cuyos cien ejemplares envió a otros tantos vascólogos y vascófilos para recabar sus opiniones. Insistió en la necesidad de una única lengua literaria y en la idoneidad del dialecto guipuzcoano en más trabajos, como en el artículo «Euskerearen batasunatzaz» de 1922.
Su padre, vascoparlante, no le había transmitido el idioma, por lo que Federico se preocupó de aprenderlo y de transmitírselo a sus ocho hijos e hijas. Ello le sirvió para ensayar y desarrollar los métodos prácticos de enseñanza que después plasmaría en sus obras didácticas, dirigidas principalmente a la juventud vasca. Así, afirma que mediante su Método fácil para aprender el euzkera los jóvenes vascos, sin necesidad de acudir a clases, pueden aprender en un mes tanto euskera como el que sabe un niño vascohablante de 7 u 8 años. El método se basa en textos bilingües en los que se señalan mediante números las palabras o grupos de palabras equivalentes en las dos lenguas. Siguen a los textos tres apéndices: unas breves nociones gramaticales, unas notas para usar con propiedad el método y, por último, un exordio a la juventud vasca para que se comprometan por escrito a demostrar su conocimiento del método ante un tribunal. En su segundo manual, ¿Quiere V. hablar en euzkera?, publicado hacia 1916, Belausteguigoitia propone nuevamente un método que enseña a hablar la lengua vasca sin necesidad de reglas gramaticales.
En su afán por facilitar el aprendizaje y la práctica de la lengua vasca, desarrolló otro tipo de propuestas innovadoras, como el uso de canciones (1932) o una lotería (1936) en la que se sustituyen los números por palabras vascas y las imágenes correspondientes, de modo que esta vez no es necesario apoyarse en la traducción al español. Además de sus escritos, Belausteguigoitia ideó otros medios para que niños y jóvenes aprendieran y practicaran euskera: enviar niños a caseríos, organizar grupos de niños para jugar en euskera, o instaurar una especie de “servicio militar” obligatorio, en el que infundir en los jóvenes el amor a la lengua y a la patria vascas.
Además de la mencionada Baserritarra, colaboró en varias revistas, como Euskal Esnalea (donde publicó algunos cuentos para niños y una colección de frases), la revista Euskera (órgano de la Academia de la Lengua Vasca), JEL y Yakintza, y en la revista y el diario Euzkadi. En sus publicaciones utilizó algunos seudónimos —“Euskeralde” y “B. Landa” entre ellos— y firmó otras obras como “B. tar P.”, iniciales de su nombre y apellido según las reglas aranistas: Belaustegigoitia’tar Perderika.
Ricardo Gómez-López