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Vida
Enrique Martín de Santa Olalla, hijo de Francisco M. de Santa Olalla y Clara Sevilla, nació el 29 de junio de 1820 en Málaga (España). Fue reconocido por sus tareas como educador, formador de maestros, publicista, matemático y librepensador.
Involucrado con la política del momento, heredó la orientación ideológica de su padre, que pertenecía al círculo liberal. Esta agrupación conspiró para matar a Fernando VII (rey de España), pero, en 1831, fue traicionada y delatada por el gobernador de Málaga y, parte de ella, fusilada. Ante esa amenaza, Francisco M. de Santa Olalla decide exiliarse, junto a su familia, y, en consecuencia, Enrique Martín de Santa Olalla se forma en Francia, tras esa migración forzada. Allí, obtiene el título de Profesor de Filología y Filosofía de la Ciencia del Lenguaje.
Antes de llegar, en 1865, a Argentina, país donde se “naturalizaría” y pasaría el resto de su trayectoria vital, Santa Olalla vivió en Inglaterra, Cuba, Estados Unidos, Ecuador, Perú y Chile. Su paso por todos estos países en los que se estaban desarrollando distintas estrategias y métodos didácticos y, de manera paralela, en los que se estaban conformando los Estados, probablemente influyó notoriamente en su formación como pedagogo. Asimismo, es posible hipotetizar que fue en su estancia en Chile cuando entró en contacto con Domingo F. Sarmiento.
Santa Olalla viaja en junio de 1865 a Argentina para ocupar el cargo de secretario del Consejo de Instrucción Pública. En septiembre de ese mismo año, provoca la renuncia del director Marcos Sastre —uno de los fundadores del Salón Literario— de la primera Escuela Normal Argentina para la enseñanza de preceptores y maestros. De hecho, se conoce que el propio Santa Olalla incentivó la creación y fue subdirector de la Escuela, a pesar de no estar a favor de las ideas de Sastre: “yo no me someto a las disposiciones de un director que me es inferior en conocimientos”.
Un año más tarde, fue nombrado director de la Escuela Modelo Catedral al Norte y, en septiembre, fundó una escuela nocturna de matemáticas aplicadas a las artes que operó gratuitamente durante años. En 1867, establece una escuela gratuita para presos en la Cárcel Central de Buenos Aires tras hacerle la propuesta a Nicolás Avellaneda. Ese mismo año, el Consejo de Instrucción Pública le encomienda redactar el primer periódico oficial de la provincia de Buenos Aires en materia educativa, La Escuela Primaria, lo cual lo motiva a llevar adelante su proyecto personal y redactar el periódico de instrucción primaria, La Enseñanza, que se distribuyó entre 1869 y 1870.
En 1874, cuando Domingo F. Sarmiento dejó la presidencia y volvió a dirigir el Departamento General de Escuelas, contrató a Santa Olalla como Inspector General de Escuelas. Además, fue nombrado delegado del Congreso Pedagógico (Buenos Aires, 1882), organizó el primer Congreso Pedagógico Seccional (Pergamino, 1883), ocupó el rol de Inspector General de Escuelas Bonaerenses (La Plata, 1884), creó un curso libre nocturno de contabilidad para los alumnos del Colegio Provincial y para los obreros (La Plata, 1886) y promovió la creación de una escuela dominical en la cárcel, orientada a los presos que carecieran de educación primaria (La Plata, 1886).
Con el patrocinio de la Dirección General de Escuelas, fundó, en 1888, en su domicilio, una escuela profesional de subpreceptores y ayudantes, pionera en este tipo de enseñanza en la ciudad. Ese mismo año, con la ayuda de su esposa Carolina Casas Laborde, inauguró, también en su residencia, un colegio de enseñanza primaria y secundaria para señoritas, llamado el Liceo de La Plata. Con todo, su biblioteca privada se convirtió, al menos durante los primeros años de la segunda década del XIX, en la más grande de la ciudad.
Su presencia en la BVFE se debe a los tres cuadernos de su Método de lectura y escritura simultáneas (1883). El objetivo del autor era perfeccionar los métodos de enseñanza para que los niños y las niñas pudieran aprender con mayor rapidez y facilidad. La obra presenta ejemplos y ejercicios para practicar la lectura y la escritura de manera conjunta, a partir, por ejemplo, de la analogía entre letras —“consonantes de palos altos: t, l, ll”, “consonantes de palos bajos: p, j, y”, etc.—, del dictado, de la lectura, del silabeo y del deletreo.
Maribel Vásquez