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Muy poco se sabe de la vida de Joan Esteve, primer gran lexicógrafo del catalán, del siglo XV, si no es que ocupó el cargo de notario del Capítulo de la Catedral de Valencia desde 1455 hasta 1487, año de su jubilación. Sobre la fecha y lugar de nacimiento no hay más que conjeturas, dada la multitud de Esteves coetáneos. Tampoco se sabe cómo ni dónde vivió después de jubilarse ni cuándo murió. De especial importancia, sin embargo, resulta su larga estancia en Italia, donde ejerció como notario real en la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo (1396-1458) y mantuvo relaciones con muchos humanistas italianos que también trabajaban en dicha corte, como el propio Valla (1406 o 1407-1457), Girolamo Guarini (1421-ca. 1458-1460), hijo de Guarino Guarini (1374-1460), Bartolomeo Facio (ca. 1405-1457) o Antonio Beccadelli (1394-1471). Pero con la desgracia de Pere Olzina, protonotario (catalán) de la cancillería, en 1455, debió cambiar la situación de Esteve, quien finalmente volvió a Valencia (había obtenido ya en 1452 una licencia de notario de esta ciudad). Otro dato importante: en 1476 terminó el catálogo general de la Biblioteca de la Catedral, muy rica, que además de amplios fondos clásicos, poseía muchas obras medievales como las de Papías (activo a mediados del s. XI) y Balbi (¿?-ca. 1298), de las que Esteve recogió una buena cantidad de materiales al componer su Liber elegantiarum.
Este Liber elegantiarum es la obra de su vida. Aunque salió a luz en 1489 –no existe versión manuscrita–, Esteve ya había terminado una primera versión antes de 1472, fecha que lleva la carta dedicatoria dirigida al médico valenciano Joan Ferrer Torrella (ca.1420-1491). Se trata de una ingente compilación presentada en forma de diccionario catalán-latín, con más de 12 000 entradas, correspondientes a unos 5000 lemas, en la que, con todo, domina el latín (las dos terceras partes del texto). Como los principales diccionarios medievales, el Liber hereda una clara tendencia al enciclopedismo, a la acumulación de elementos heterogéneos extraídos de fuentes muy diversas (repertorios anteriores, obras antiguas, medievales y contemporáneas de todo tipo), pero se manifiestan intereses nuevos por la calidad del latín, la riqueza del vocabulario y atención a la fraseología cuyo conocimiento era imprescindible para escribir con esmero cartas y documentos.
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René Pellen