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Pedro Juan Fernández Garfias debió nacer en la última década del siglo XVIII en Chile. Sus padres fueron Manuel Fernández de Burgos y María Pastoriza Garfias Patiño. Estuvo casado con Manuela Vélez de Frías, con quien tuvo, entre otros hijos, a Ricardo Fernández Frías y a Pedro Javier Fernández Frías, ingeniero civil y abogado, respectivamente, que destacaron en sus ámbitos laborales durante la segunda mitad del siglo XIX. Fue catedrático de latín y francés en el Instituto Nacional de Santiago de Chile. Se desconoce la fecha de su fallecimiento.
Preocupado por la mejora de la enseñanza de lenguas en Chile, tradujo la gramática latina de Ordinaire, que utilizaba en sus clases, y compuso varios textos derivados de ella, así como unas Lecciones de gramática francesa. Una vez jubilado, publicó en El Mercurio de Valparaíso unos “Ejercicios populares de la lengua castellana” (27 de abril de 1842), que fueron el origen de una agria polémica entre Domingo Faustino Sarmiento y Andrés Bello. Se trata de una lista de palabras que consideraba “errores de lenguaje en que incurre el pueblo” que, según él, debían ser corregidas.
Sarmiento afirmó en El Mercurio que “la soberanía del pueblo tiene todo su valor y su predominio en el idioma: los gramáticos son como el senado conservador, creado para resistir a los embates populares, para conservar la rutina y las tradiciones. Son a nuestro juicio, si nos perdonan la mala palabra, el partido retrógrado, estacionario, de la sociedad habladora; pero, como los de su clase en política, su derecho está reducido a gritar y desternillarse contra la corrupción, contra los abusos, contra las innovaciones” (17 de abril de 1842); mientras que Bello defendió la función de los gramáticos como “custodios filósofos a quienes está encargado por útil convención de la sociedad fijar las palabras empleadas por la gente culta, y establecer su independencia y coordinación en el discurso, de modo que releve fielmente la expresión del pensamiento. De lo contrario, admitidas las locuciones exóticas, los giros opuestos al genio de nuestra lengua, y aquellas chocarreras vulgaridades e idiotismos del populacho, vendríamos a caer en la oscuridad y el embrollo, a que seguiría la degradación como no deja de notarse ya en un pueblo americano, otro tiempo tan ilustre” (12 de mayo de 1842).
Esta polémica acabaría en una “controversia filológica”, derivada de la relación entre gramática y política, origen del Movimiento literario desarrollado en Chile en 1842.
M.ª Ángeles García Aranda