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Miguel Luis Amunátegui Reyes, hijo de Gregorio Víctor Amunátegui Aldunate (1830-1899), nació en Santiago (Chile) en 1862, y sobrino de Miguel Luis Amunátegui Aldunate (1828-1888). Tras finalizar la primera educación, ingresó en el Instituto Nacional, donde se aplicó en el estudio de Humanidades. Cursó Derecho en la Universidad de Chile, cuyo título obtuvo en 1884. En ese año comenzó a ejercer como examinador de escolares y como maestro en el Colegio Inglés de Mr. Radford. A partir de 1891, su dedicación a la enseñanza pública continuó en el Instituto Nacional como profesor de gramática castellana y en la universidad, tanto en la Facultad de Filosofía y Letras (1893) como en la de Derecho (1894). En su faceta política, fue diputado suplente (1888-1891) y director del Partido Liberal. Presidió la Academia Chilena de la Lengua durante 18 años y perteneció a otras tantas instituciones extranjeras: fue miembro de la Association of Teachers of Spanish de Nueva York, miembro correspondiente del Ateneo Iberoamericano de Buenos Aires y de la Real Academia Española desde 1900, y miembro honorario de la Academia Colombiana de la Lengua. Entre 1912 y 1913 se decretó la jubilación de Amunátegui por motivos de salud, aunque no cesó su actividad hasta 1937. Completamente ciego, falleció en su ciudad natal en 1949.
La obra de Amunátegui es un reflejo de su formación humanística y jurídica, si bien prepondera la temática filológica sobre otras disciplinas, en concreto la Historia y el Derecho. En Mis pasatiempos, Borrones gramaticales y Al través del diccionario i la gramática, coexisten trabajos lexicográficos y gramaticales, estos últimos con fuerte influencia de la doctrina expuesta por Andrés Bello (1781-1865). En ellos, Amunátegui censura los usos incorrectos y defiende la relevancia de la formación gramatical en el proceso de educación, cuya situación es objeto de las denuncias del autor. En cuestiones ortográficas, siguió también a Bello, quien reivindicó un sistema alejado de la norma académica en pro de la correspondencia entre el fonema y la grafía. Amunátegui expuso la conveniencia de adoptar el criterio de pronunciación en La reforma ortográfica, Ortografía razonada, ¿Cuál es la ortografía que más favorece a nuestra raza? y en el artículo «La reforma ortográfica de la lengua castellana». Sus trabajos sobre ortografía española incluyen aportaciones a la Historiografía lingüística: «Esteban de Terreros i Pando, i sus opiniones en materia ortográfica». Otro de los asuntos que despertó su interés fue el léxico, concretamente los neologismos y los regionalismos. Dedicó exclusivamente a esta cuestión las Observaciones i enmiendas a un Diccionario, donde cuestiona la catalogación como chilenismos de voces también empleadas por autoridades españolas, así como las Apuntaciones lexicográficas y El neolojismo i el diccionario, en las que manifiesta su postura permisiva con respecto a la innovación léxica frente a la inmovilista de la Academia. Colaboró en la edición de la obra de Andrés Bello, tanto en la ardua empresa de las Obras completas de don Andrés Bello. Edición hecha bajo la dirección del Consejo de Instrucción Pública en cumplimiento de la ley de 5 de septiembre de 1872 (15 vols., Pedro G. Ramírez y Barcelona, 1881-1893), encargándose de los cuatro últimos tomos, como en otras ediciones particulares, entre las que se encuentran una gramática desconocida, Gramática castellana. Obra inédita dada a la luz con un prólogo i anotaciones (Imprenta Minerva, Santiago de Chile, 1937). Además de las monografías, Amunátegui fue un hombre activo en prensa, donde vieron la luz varios trabajos gramaticales, ortográficos y léxicos, sobre todo de neología y terminología específica.
Leticia González Corrales